Máscara caída

A pocos días de las elecciones generales del país, anunciar que se declina de la candidatura presidencial para suscribir apoyo a otro candidato, no tendría nada de reprochable si no fuera porque, obedeciendo a un desvergonzado cálculo político, no se sustenta con la renuncia formal ante la institución pertinente.

Las preocupaciones que determinaron la decisión del candidato de marras para declinar fueron, según explicó, los resultados de las encuestas- que nunca le favorecieron- y la “preocupación” por dividir el voto. La otra decisión, la inconfesable, de no formalizar esa renuncia mediante debido proceso, puede estar motivada – según apunta la suspicacia popular- a la obligación de devolver el subsidio electoral recibido.

Independientemente de las palabras, que en política cambian según la dirección en la que soplen los intereses particulares y partidarios, la actuación del candidato se constituye en una burla para quienes le acompañaron en la “aventura”, para sus seguidores que quedan con un palmo de narices, y para la ciudadanía en general que atestigua, una vez más, cómo se birlan recursos públicos mal llamados subsidio económico.

Por lo general, pintarse como la reserva moral de la patria y como la solución al desastre es una cosa; otra muy distinta lo que la realidad se encarga de demostrar y que resulta todo lo contrario. ¡Otro más que, al final, demuestra ser más de lo mismo!

Comparte esta Noticia