La advertencia de Albert Einstein: «locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes», se torna especialmente significativa al examinar el entorno político en Panamá. Esta reflexión cobra vida en un contexto donde políticos arraigados en el poder, que han contribuido significativamente a la decadencia general del país, siguen prometiendo los cambios que no han sido capaces de ejecutar cuando les ha tocado ser parte de los distintos gobiernos pasados.
Quinquenio tras quinquenio, quienes hoy prometen cielo y tierra, sólo han contribuido a la decadencia nacional generalizada que actualmente amenaza a la nación. Con las mismas tácticas electorales, la misma práctica política – servil a minúsculos intereses económicos- y con su persistente comportamiento oportunista y corrupto, han empujado al país a la encrucijada en la que se encuentra hoy, abonando el terreno para la irrupción de un demagogo mesiánico como los que, en otras latitudes cercanas, han dejado su funesto y nocivo rastro.
La cita de Einstein invita a una oportuna reflexión sobre la necesidad de cambiarle el rostro a la política. Y eso no será posible mientras en esta siga reinando la perniciosa colección de personajes aciagos que anteponen el lucro y los intereses personales al bienestar general. En un mundo en constante evolución, lo que funcionó en el pasado puede no ser efectivo en el presente o en el futuro, menos aún las lacras que caracterizan a la casta política del patio.
La advertencia del inmortal científico alemán sobre la repetición sin sentido debería resonar como un recordatorio potente de que el avance y la eficiencia en la administración de un país descansan en la capacidad para adaptarse e innovar, no en la obstinación de aferrarse a vicios y oportunismos desfasados. En Panamá, esto implica un cambio radical en la práctica política habitual para realmente encaminarse hacia un desarrollo sostenible y equitativo.