Trabajo de todos

Los hechos lo demuestran de manera contundente: ni la vejez es sinónimo de sabiduría, ni la juventud lo es de virtud. La advertencia viene a cuento por el simplismo que algunos proponen como alternativa al desastre instalado en todos los rincones de la vida nacional: la instauración de un nuevo y joven liderazgo para reemplazar los viejos caciquismos políticos salpicados por la ruina ética y cuya incapacidad para conectar con las expectativas y las necesidades populares sigue alimentando la decepción y el descontento reinante en el país. La juventud, por razón de los pocos años, no es garantía de las cualidades que se echan en falta en el ejercicio del poder. Un rápido vistazo a cualquier cárcel del país dejará muy claro que una parte sustancial de sus inquilinos clasifica como joven; porque, que nadie se llame a engaño: el crimen y el vicio mantienen el diente hincado en todos los rangos de edad sin ser patrimonio exclusivo de alguno en particular.

El fracaso de la democracia representativa no puede ser más evidente: aquellos que son designados mediante el voto para representar al ciudadano, han renegado de su deber entregándose a sus propios intereses y al de las élites dispuestas a pagar el precio de sus “buenos oficios”.

No es el paradigma de una juventud virtuosa -más fundamentado en la esperanza que en la certeza de los hechos- el que se constituye en la mejor medicina para los males del presente. Es con el ejercicio progresivo y consistente de una ciudadanía participativa como se logrará el cambio que la nación reclama; con el involucramiento activo de cada panameño en los procesos de toma de decisiones y participando luego en las tareas requeridas para resolver los problemas que conciernen a todos. Las decisiones no pueden seguir en manos de unos pocos. El país clama por soluciones y proyectos que la democracia representativa no ha logrado materializar. Es el momento de construir una democracia directa, participativa, donde el destino de cada ciudadano esté donde corresponde: en sus propias manos.

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