La muerte de Henry Kissinger cierra un capítulo de trascendencia en relación con el proceso que derivó en la firma de los tratados Torrijos-Carter, la reversión a jurisdicción panameña del Canal Interoceánico, y el lazo político y diplomático que mantuvo con nuestro país.
Kissinger, nacido en Alemania, llegó junto con su familia a los Estados Unidos en 1938, debido a la situación imperante en ese país dominado por el nazismo y la persecución contra los judíos. Murió este miércoles a los 100 años de edad, dejando un extenso legado de servicios al país que lo acogió.
En realidad, la historia no recoge a Henry Kissinger como un amigo o un aliado de Panamá en las luchas de reivindicación por la soberanía en su territorio, y la administración del Canal, la principal ruta de tránsito interoceánico, que los Estados Unidos se había abrogado a parpetuidad en los tratados Hay-Buneau Varilla, junto con el uso de una franja de terreno adyacente a la vía acuática.
En 1975, siendo secretario de Estado los los Estados Unidos, Henry Kissinger, dijo que «Panamá jamás gozará de independencia en el manejo de la vía acuática y no debe ilusionarse al respecto. Los panameños nunca serán los verdaderos dueños del Canal, porque Estados Unidos retendrá su control mucho más allá del año 2000».
Estas declaraciones, recogidas por el profesor Julio Yau en su escrito «China, el Canal de Panamá y la Geopolítica», habrían podido dar al traste con las negociaciones que se habían iniciado en 1974, y que el propio Kissinger, a través de la declaración suscrita con el entonces Canciller panameño, Juan Antonio Tack, había propiciado meses antes.
La declaración de Kissinger se mantuvo lo más bajo perfil posible. Así, fue posible continuar con las conversaciones y lograr la firma de los tratados el 7 de septiembre de 1977. Lejos de pensar que Kissinger habría sido partidario de devolver el Canal a manos panameñas, su participación fue en todo momento contraria a este propósito.