Tomar el pulso al océano es una extraña apuesta: faltan muchos elementos para establecer su estado de salud.
Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha encargado el diagnóstico más completo posible de un medio ambiente que no debe ser ignorado, ya que representa el 97% del espacio habitable del planeta, no para saber si va bien, sino para medir lo mal que está.
Desde las profundidades del abismo hasta las costas, todo está siendo sacudido por los efectos combinados del cambio climático y las actividades humanas. Ahora es un ritual recordarlo en el Día Mundial de los Océanos, el 8 de junio.
“The World Ocean Assessment” reúne una multitud de investigaciones científicas. No recomienda nada específico a los Estados. Por otro lado, informa de una situación alarmante para animar a los Estados a actuar.
Desde que se publicó la primera versión del estudio en julio de 2016, la mayoría de los indicadores han seguido deteriorándose.
Además, ante las nuevas amenazas del mundo marino, se han añadido nuevos capítulos al estudio.
Estas secciones tratan principalmente de la fauna, la flora, la composición química, la alteración de las zonas costeras, así como la multiplicación de patógenos.
Desoxigenación del océano
En los océanos mundiales, el volumen global de oxígeno disuelto ha disminuido un 2% en las últimas cinco décadas.
Se ha incrementado el número de las «zonas muertas». Estas zonas son las áreas en las que el nivel de oxígeno es muy bajo o inexistente.
Las “zonas muertas” son cada vez más numerosas y a veces se subestiman en alta mar.
Estas zonas no sólo están desiertas por la fauna, que se mueve lo suficiente como para escapar de la asfixia, sino que también contribuyen a la emisión de grandes cantidades de óxido nítrico, un potente gas de efecto invernadero.
El declive de la vida silvestre marina
El declive de la fauna marina sigue siendo parcialmente desconocido, pero sus causas están generalmente bien identificadas.
“La diversificación de las actividades humanas en los océanos, incluida la producción de energía y la minería como parte de la creciente economía azul en muchas regiones marinas, plantea nuevos retos de conservación para los mamíferos marinos», resume la WOA.
Ya sean víctimas de la contaminación, atrapados accidentalmente en las redes de pesca, asfixiados por las bolsas de plástico o hambrientos por falta de presas, los animales no sólo sufren los efectos del cambio climático, sino también de las actividades humanas.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cerca del 6% de los peces evaluados, casi la mitad de los tiburones y rayas, el 10% de las quimeras y las dos especies de celacantos están amenazados o casi amenazados de extinción.
Destrucción de los hábitats
El panorama también es sombrío para las aves marinas, mientras que los dugongos y manatíes, los delfines costeros y las nutrias están en declive.
Sólo quedan unas pocas vaquitas o marsopas en el Golfo de California.
Una parte de las distintas ballenas barbadas, menos cazadas que en el siglo XX, parece estar recuperándose, ya que el 36% de ellas ha aumentado su abundancia.
Sin embargo, las ballenas aún no han acabado con todos los problemas causados por el ser humano: cada vez son más víctimas de colisiones con barcos.
Aparte de algunos organismos raros, como las medusas, que se sienten cómodos viajando sobre partículas de plástico y están dispuestos a adaptarse al hormigonado del litoral, la destrucción de los hábitats es un problema importante.
Las tormentas cada vez más violentas, la construcción de diques de seguridad, la construcción y excavación de puertos y el tendido de cables submarinos están destruyendo los hábitats marinos a un ritmo galopante.
Panamá en este Día Mundial del Océano
En Panamá, las áreas marinas protegidas más importantes son la Cordillera de Coiba en el Pacífico, y el Banco Volcán en mar Caribe.
Según el Ministerio de Ambiente, nuestro país es el segundo país de América Latina y el décimo quinto en el mundo “en tener el 30% de su territorio con áreas marinas protegidas”:
MiAmbiente indicó que Panamá ha logrado aumentar la superficie marina del país cumpliendo con la iniciativa 30X30, nueve años antes de la fecha estimada.
Las iniciativas para el mundo marino panameño seguirán aumentando en los próximos años como el amplío del Área de Recursos Manejados Cordillera de Coiba (ARMCC).
Esta zona forma parte de las áreas protegidas de Panamá con un ecosistema de un “gran valor ecológico”.
Uno de los proyectos previstos por el gobierno es crear un programa de gestión de áreas protegidas con la participación de diversas entidades gubernamentales y sociales.
El Ministro de Medio Ambiente, Milciades Concepción, dijo que, ante el deseo internacional de aumentar las zonas protegidas, el Ministerio entablará conversaciones con científicos nacionales para lograr el objetivo de ampliar la superficie de la dicha área protegida de la Cordillera de Coiba.
El pasado mes de mayo, el Ministerio de Medio Ambiente firmó un contrato con la organización para reforzar la protección de las áreas marinas y controlar más para evitar acciones ilegales en aguas panameñas.