Para Ricardo Lombana, excandidato presidencial y presidente de Movimiento Otro Panamá, que está camino de convertirse en un partido político, la pandemia por la Covid-19 ha marcado el 2020 como un año complejo en términos de democracia salud, economía y educación para el país.
Panamá está “rota”, apunta, al referirse al estado de la institucionalidad, sustentando su afirmación en el que además de estar azotada por la pandemia –que de por si resulta en un profundo trance en materia de salud y económica para las personas-, encara una ausencia de credibilidad, con una crisis de gobernabilidad en la puerta, y las dudas que se ciernen sobre el sistema de justicia, y el legislativo.
De allí que plantea que el país -pasada la pandemia- debe replantearse desde lo institucional un nuevo pacto social, a través de un gran diálogo nacional, que abra la oportunidad de tener esa discusión constitucional, a través del llamado a una constituyente.
En lo económico este replanteamiento de país, debe enfocarse en otros sectores como ejes de desarrollo, además de los tradicionales como los servicios, la logística, la actividad marítima o el turismo. No minimiza el aporte de cada uno en el crecimiento económico, sino que cree necesario que, en ese acto de repensarnos como país, se incorpore como estrategia económica, una iniciativa a la que llama “la revolución del emprendimiento”, y al sector agropecuario que, como señala, ha estado abandonado en las dos últimas décadas.
DP.- ¿Qué objetivo como país deberíamos tener trazado, estando inmersos en la pandemia Covid-19?
DP.- La institucionalidad en tiempos de Covid-19, lo bueno, lo malo y lo feo
RL.- Algunas cosas que considero buenas y positivas de la pandemia es que ha ayudado a que se agilicen las transformaciones hacia tramites digitales en varias áreas lo cual ha demostrado que sí se podía digitalizar en varias áreas y tuvo que venir la pandemia para que pudiera impulsarse esto. Y, definitivamente que se debe seguir hacia una digitalización de un buen número de trámites y servicios y demás, pues eso es positivo.
También es positivo el voluntariado de los funcionarios, algunos de manera voluntaria y otros no, hay muy buena voluntad de darlo el todo por el todo, desde la institución pública en estos tiempos. Y creo que, desde el punto de vista del Ministerio de Salud, de Educación, De Desarrollo Social, ha sido un gran esfuerzo de adaptación sobre todo en el tema de educación en medio de una situación tan difícil.
Lo malo. Definitivamente que la falta de fiscalización, la falta de controles, el total desinterés por la transparencia y rendición de cuentas, los escándalos de corrupción han sido notables, escandalosos y hasta crueles por estar en épocas de pandemias y a pesar de que el gobierno pudo haber tomado medidas de fiscalización temprano no lo hizo y no tuvo el compromiso para hacerlo y eso ha destruido en gran medida la credibilidad de la ciudadanía en el gobierno.
Y, lo feo es que en medio de esta situación no se hayan tomado medidas drásticas para reducir el gasto público, es evidente que Panamá tiene un gasto público exagerado, en muchos gastos innecesarios viáticos, dietas, privilegios y alquileres, gastos de movilidad y gastos de representación, exorbitantes salarios, nepotismos, botellas, incluso reducciones de salarios que pudieron aplicarse desde el principio de la pandemia, y nada de eso ha ocurrido y algunas muestras de ello ha sido solo hacia el final.
DP.- Cómo alcanzar un equilibrio entre salud y recuperación económica.
RL.- Definitivamente que la gran discusión siempre se ha centrado en el equilibrio entre la salud y la recuperación económica y creo que algunos países nos han demostrado que tal vez nunca hubo que plantearse dicho equilibrio, sino que simplemente había que entender que debíamos adaptar la economía a una situación de pandemia o de crisis sanitaria, pues ese planteamiento quizás nos hubiera permitido entender que la solución no era parar y detener todo indefinidamente, hasta que la pandemia pasara, porque eso es insostenible en Panamá y en cualquier lugar del mundo.
Así que ya no se trata de plantearse equilibrios, sino de entender que la economía no puede seguir detenida y que hay que invertir fondos, capacitación y recursos en todo lo que tenga que ver con protocolos para la apertura, hacer campañas de educación de la población y en paralelo, evidentemente, todos los esfuerzos que deban hacerse en trazabilidad y en hacer los cercos o cierres en las áreas donde hay focos de contagio.
Pero, reitero, para mí ya no es un tema de equilibrio, hay que seguir salvando la mayor cantidad de vidas, pero no vamos a salvar más vidas manteniendo cerrada la economía, creo que eso ha quedado demostrado no solo con las cifras locales, sino con las de otros países y al final la debacle económica viene de la mano con una consecuencia social dramática que podría también costar vidas.
DP.- Las personas atribuyen la escalada del virus Covid-19 a la expedición de 660 mil salvoconductos, entre otros asuntos. Resultado del juego vivo de las personas o de una necesidad de las personas
RL.- Definitivamente que la cifra de salvoconductos expedidos no tiene justificación alguna y eso tiene que haber incidido en el rápido crecimiento de los contagios y en la situación en la cual nos encontramos hoy, que es una responsabilidad es compartida.
En primer lugar, por el «juega vivo» panameño que ha estado presente antes y no hacemos algo radical al respecto.
Pero eso también tiene parte de responsabilidad gubernamental porque el «juega vivo» solo se da cuando la institucionalidad te abre todas las ventanas para que todo el mundo haga lo que le dé la gana y ahí hubo una falta de controles, teniendo la tecnología, recursos y mecanismos de fiscalización a mano. Por supuesto que eso incidió.
DP.- En lo económico, qué pasos deberíamos dar para mantener empleos y empresas
RL.- En lo económico, como decía antes, enfocarse en los protocolos sanitarios de bioseguridad, enfocarse en la capacitación masiva de la ciudadanía panameña, de los trabajadores, de los empresarios y en la estrategia sanitaria, concentrarse en los cercos que haya que hacer, en los focos de contagio, en la trazabilidad para ir controlando el crecimiento de los contagios y, por ende, salvar la mayor cantidad de vidas.
Por otra parte, administrar de manera más responsable los recursos. Los esfuerzos de recuperación económica para salvar empleos se ven mermados por una administración irresponsable de los recursos, poniendo de último en prioridades la reducción del gasto público, el recorte de gastos innecesarios, las reducciones de salarios, gastos de representación, viáticos, gastos de movilidad, dietas y un montón de gastos innecesarios que todos sabemos que existen y que ha reconocida la propia administración, que existe y eso ha sido lo último en la fila.
También es importante poner a disposición de los sectores más golpeados como micro y pequeña empresa, y también al sector turismo, fondos para poder ayudarlos a mantenerse a flote, con el pago de planillas, aunque sea parcialmente. No se trata de préstamos solamente para la reactivación, porque son préstamos para personas micro y pequeños empresarios endeudados hasta el cuello y entonces tiene que haber ayuda social, vinculada tal vez a ciertos condicionamientos, pero no puede solo pretenderse salvar empleos y reactivar la economía basándonos solo en préstamos, va a ser importante la ayuda social.
DP.- Cómo visualiza este 2020, en términos de democracia, salud, economía, y particularmente en educación
RL.- No hay duda de que el resto de 2020 va a ser extremadamente complejo en términos de democracia salud, economía y educación. Los resultados van a ser y están siendo catastróficos y debemos tratar de sobrevivir lo que queda de él con el menor daño posible, y pensar cómo vamos a reconstruir este país, a partir del otro año 2021.
En términos de democracia estamos muy frágil, la institucionalidad democrática de Panamá, la crisis de salud y económica es dramática y las consecuencias sociales lo van a ser también. Aquí habrá más de 250,000 nuevos desempleados, gran parte de ellos sumándose a la informalidad, y preparémonos también para, incluso, una toma de las calles, prácticamente aceras y puntos de tráficos de un movimiento de venta informal porque la gente va a buscar el pan y para ello también debe haber propuestas, no solo de los gobiernos locales, también de iniciativas conjuntas de organizaciones cívicas, sociales y gubernamentales.
Y, en educación, un año plenamente irregular por las razones que ya todos conocemos, el tiempo que se ha perdido, la falta de conectividad, lo difícil que resulta la educación a distancia para efectos de conectar con el estudiantado y realmente poder transmitir con metodologías y conocimientos y demás va a ser muy difícil y creo que será muy importante en el año 2021, cuando se retome la normalidad, hacer los refuerzos necesarios, porque, sino, habrá una deficiencia o un hueco importante en la formación del estudiantado por lo que se ha perdido por la falta de conectividad, por la gente que no tendrá acceso a los contenidos, por la falta de capacitación de un sector de los docentes, e incluso por la desmotivación con el estudiantado porque no es lo mismo estar en una aula de clases con toda la motivación que hay alrededor de la asistencia a tu plantel que estar frente a una pantalla o televisión, celular o un computador.
El tema del acceso a internet debe ser una discusión importante y urgente porque para garantizar el acceso a la educación debemos garantizar el acceso al internet, y esa es una educación que no podemos seguir postergando.
DP.- La justicia en tiempos de Covid, qué lecciones nos deja
RL.- En primer lugar, la justicia en tiempo de Covid se suspendió, y eso jamás debió ocurrir, ese fue uno de los varios exabruptos que se han visto en esta época y bueno, seguro que cuando se reactiva, seguirá dejando mucho que decir sobre su independencia e imparcialidad, sobre todo en los casos de alto perfil.
