Desde antes las 6:00 de la mañana de este sábado 24 de noviembre cientos de feligreses se dieron cita en la Plaza de la Independencia en San Felipe, esperando el momento cumbre en que abrieran las puertas de la Catedral Metropolitana luego de 3 años de trabajos de restauración que, aunque aún no han terminado, muestran un cambio notorio en la imagen del edificio.
En el exterior, las ocho campanas que serán colocadas en las torres norte y sur, son el centro de atención del público, al punto de que las personas hacían una fila a su arededor para leer las leyendas grabadas en ellas en honor a algunos Santos, al Papa Francisco y a la Jornada Mundial de la Juventud.
Para cuando Monseñor José Domingo Ulloa ofició la misa de bendición de las campanas, a las ocho de la mañana, podría decirse que más de mil personas habrían llegado al sitio para apreciar la nueva imagen del templo.
Con lágrimas en los ojos y la voz quebrantada, Ricargo Gago, presidente del Comité de Amigos de Iglesias del Casco Antiguo (Caica), quienes fueron los precursores de la obra, describió la aceptación de la población ante la apertura de la Catedral como algo fabuloso. «Yo realmente no me lo esperaba. Es una iglesia muy grande y para llenarla es un lío, sobre todo porque son muchas horas las que estará abierta. Pero cuando abrimos las puertas y vimos a tanta gente realmente sentí una satisfacción muy grande. Hasta lloré y todo», dijo Gago quien además describió el significado que tiene este proyecto para el y quienes trabajaron en equipo para lograrlo.
«Yo no soy padre pero comparo este sentimiento con el de una madre que espera nueve meses con su hijo en el vientre hasta que lo puede ver. Así es la satisfacción que siento al ver este sueño que nos ha tomado tres años en medio de caídas y levantadas, mucho sudor y lágrimas» expresó.
Pero Gago no es el único que se refiere a la nueva imagen de la Catedral como algo asombroso. La Sra Elina Pombo, una feligres que viajó desde Juan Díaz para ver la restauración aseguró que para ella la nueva imagen de la Catedral es maravillosa. «Un espectáculo de arte y religiosidad para el cual vale la pena que las personas se unan y sigan aportando para la realización de más trabajos como este» aseguró.
Mientras tanto, José Ramón Martínez de Salinas, aún cubierto de sudor y vestido como acostumbra para hacer su rutina de ciclismo sabatina comentó que aprochechó la oportunidad para ver la iglesia, pues considera que en sus 47 años de existencia jamás la Basílica había estado como ahora y es el momento propicio para ser parte de algo tan grande.
Según Gago, aún quedan tareas muy importantes por hacer, toda vez que los costos de restauración superan la capacidad económica que tiene el comité a cargo de la obra, pese a los aportes del Estado y las donaciones de la empresa privada. Además de las cuentas por pagar «hay costos de mantenimiento que debemos asumir. Para limpiar esta iglesia necesitamos 10 personas, incluso pagandole salarios mínimos representa una cifra importante. A eso le sumamos la luz, el mantenimiento de los aires acondicionados y el agua. En este sentido exortamos a las personas que apoyen a la iglesia para que podamos mantenerla tan linda como ahora» dijo Gago.