La meritocracia: el eslabón perdido en el progreso nacional

Quinquenio tras quinquenio, la historia de nuestro país ha estado marcada por una constante tan perniciosa como arraigada: la ausencia de un sistema meritocrático en el aparato gubernamental. Esta carencia no solo perpetúa la mediocridad, sino que también se erige como un obstáculo formidable para el progreso nacional.

Durante décadas, hemos sido testigos de cómo los altos cargos gubernamentales se distribuyen no en función de la capacidad o el mérito, sino basados en conexiones políticas, comerciales o personales. El resultado es un círculo vicioso de incompetencia y estancamiento que mantiene al país en un persistente atolladero.

La evidencia de esta disfunción es palpable. Basta observar la «exuberante manada de asesores reciclados» que orbitan el poder, saltando de un quinquenio a otro sin más credencial que sus contactos. Este sistema no solo desalienta el talento y la innovación, sino que también fomenta la corrupción y la ineficiencia.

Para romper este ciclo, es imperativo instaurar un sistema de valores y parámetros que evalúe tanto los méritos al asumir un cargo como los logros al culminar cada período. Solo así podremos aspirar a un gobierno eficiente y a un verdadero desarrollo del país.

El cambio debe comenzar por una transformación en la mentalidad imperante. Debemos exigir que el talento, la preparación y los resultados sean los únicos criterios para acceder y mantenerse en puestos de responsabilidad pública. Solo entonces podremos vislumbrar un futuro donde la competencia, y no las conexiones, sea el motor del progreso nacional.

Comparte esta Noticia
Abrir chat
👋 Suscríbete a Destino Panamá
Hola 👋
Suscríbete a Destino Panamá y recibe beneficios exclusivos.