La verborrea insustancial

En la efervescencia de las campañas electorales, las promesas se vierten como lluvia torrencial, empapando cada recoveco del país con ofrecimientos que prometen soluciones mágicas a problemas que, por crónicos, parecieran eternos. Sin embargo, en este diluvio de propuestas, destacan las carencias que las convierten en poco más que demagogia vacía.

La crisis del sistema de salud público es un flagelo que asola a la nación, con largas listas de espera y escasez de medicamentos e insumos básicos. Según el Informe de Situación de la Caja de Seguro Social de 2022, el 67% de los panameños reportan dificultades para acceder a atención médica oportuna. Sin embargo, las propuestas para abordar este desafío carecen de detalles sobre cómo se implementarán, cuánto costarán y de dónde provendrán los fondos necesarios.

El suministro de agua potable es otro dolor de cabeza perenne, con comunidades enteras que pasan semanas sin acceso a este recurso vital. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo revelan que el 23% de los hogares panameños sufren desabastecimiento de agua por períodos prolongados. No obstante, las soluciones ofrecidas por los candidatos se limitan a promesas vacías, sin explicar los pasos concretos a seguir ni los presupuestos requeridos.

La crisis energética tampoco es ajena a este desfile de propuestas huecas. A pesar del descontento generalizado con las tarifas eléctricas abusivas y el mal servicio, los planes para abordar este problema carecen de una justificación sólida y una estrategia viable para brindar respuestas satisfactorias a los consumidores.

Es innegable que Panamá enfrenta desafíos enormes que requieren soluciones audaces y bien planificadas. Sin embargo, las promesas que inundan el panorama electoral carecen de los elementos esenciales que caracterizan a una propuesta efectiva: objetivos claros, metodologías detalladas, presupuestos realistas, cronogramas factibles y mecanismos de evaluación y seguimiento.

En esta vorágine electoral, es imperativo que los ciudadanos exijan propuestas sólidas, respaldadas por datos y evidencia, en lugar de conformarse con meras palabras huecas. Solo así podremos avanzar hacia un futuro más prometedor, donde las soluciones genuinas reemplacen la demagogia estéril que ha plagado nuestro panorama político por demasiado tiempo.

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