Haití enfrenta una grave crisis humanitaria y de derechos humanos marcada por el accionar de grupos criminales, que ha dejado miles de víctimas fatales en lo que va del año. Ante la inacción del gobierno, la población sufre abusos, desplazamientos y hambre.
La Oficina Integrada de la ONU en el país reportó más de 2000 asesinatos y 1000 secuestros entre enero y junio del 2023. Esto representa un aumento del 125% en muertes violentas respecto al mismo período del 2022.
Además, denunció violencia sexual generalizada como estrategia de los grupos armados para infundir terror. Familiares y sobrevivientes describieron haber sufrido estos y otros abusos en Puerto Príncipe.
Los relatos dan cuenta de múltiples violaciones, asesinatos -incluso de menores-, desmembramientos de cuerpos, saqueos e incendios de viviendas. Muchos se han visto forzados a huir de sus hogares ante la situación.
Un foco de violencia ha sido el sector de Brooklyn en la comuna de Cité Soleil, en disputa entre las bandas criminales G9 y G-Pèp. Durante semanas, los pobladores fueron atacados al intentar buscar alimentos y servicios básicos, quedando aislados y al borde de la hambruna.
El gobierno haitiano no ha protegido a la población de esta ola de violencia. La policía brilla por su ausencia en las zonas dominadas por las bandas. Ante ello, han surgido grupos de justicia popular que han matado a presuntos integrantes de las bandas.
El primer ministro Ariel Henry acumula el poder ejecutivo y legislativo desde 2021 sin avances hacia una transición democrática. Tampoco ha habido juicios a los responsables de los recientes abusos. A esto se suma una profunda crisis alimentaria en el país, considerado junto a Afganistán y Siria entre los de mayor riesgo de hambruna en el mundo. Casi 5 millones de haitianos necesitan asistencia humanitaria con urgencia.
¿Cómo llegó Haití a esta situación?
Analistas señalan que los abusos se enmarcan en una disputa entre facciones de la élite política haitiana vinculadas al crimen organizado. Los residentes quedan atrapados en medio del fuego cruzado.
Asimismo, destacan el legado del colonialismo, la esclavitud y la intromisión histórica de potencias extranjeras como factores que han perpetuado la pobreza, la violencia y la debilidad institucional en el país. Muchos reclaman algún tipo de intervención internacional para frenar la ola de violencia, pero temen una repetición de abusos del pasado si no se implementa adecuadamente.
El Consejo de Seguridad de la ONU evalúa opciones como el despliegue de una fuerza multinacional o una misión de paz. Pero expertos advierten que cualquier respuesta debe focalizarse en las necesidades del pueblo haitiano y no en intereses foráneos.
La grave crisis en Haití es un llamado a la acción conjunta. La comunidad internacional no puede seguir ignorando el sufrimiento de millones de personas indefensas ante la violencia, el hambre y la miseria. Se necesitan medidas humanitarias y políticas urgentes para resguardar vidas y promover una transición democrática sostenible en el país.