El calendario de la desesperanza

En el 2021, unos 761 millones de la población mundial tenía 65 años o más: para el 2050 se calcula que ese número se elevará a unos mil 600 millones; mientras que el número de personas con 80 años o más aumenta vertiginosamente. Según plantea el Informe Social Mundial 2023, “el envejecimiento de la población es una tendencia mundial definitoria de nuestro tiempo”.

Otro informe titulado La década del envejecimiento saludable en las Américas: Situación y desafíos, revela que la velocidad de envejecimiento de la población de los países de América Latina supera ampliamente a la de cualquier otra región del orbe. Se prevé que para el 2035 la cantidad de personas de mayor edad será superior a la de jóvenes menores de quince años.

Esto plantea una serie de desafíos entre los que destacan dos que ya golpean a muchos de los países de la región: la presión que este envejecimiento poblacional pone sobre los sistemas de salud y los de pensiones. En Panamá los efectos no se han hecho esperar mucho: la crisis de las pensiones que demasiadas administraciones gubernamentales han preferido evadir por los costos políticos y el cada vez más deficiente servicio de salud pública – con su crónica falta de medicamentos- penden como nubarrones amenazantes en el horizonte nacional. ¿Escucharemos, finalmente, propuestas coherentes sobre estos temas de quienes aspiran a gobernar pero que, irónicamente, parecen vivir de espaldas a los problemas y necesidades de grandes sectores de la población? Los adultos mayores esperan respuestas.

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