Venezuela elige este domingo a gobernadores y alcaldes con la participación del grueso de la oposición, que rompe años de boicot electoral y llamados a la abstención, en un proceso que también trae el retorno de observadores internacionales tras más de una década de ausencia.
Están convocados a las urnas 21 de los 30 millones de habitantes del país para escoger a 23 gobernadores y 335 alcaldes, así como legisladores regionales y municipales, entre más de 70 mil candidatos.
La votación abrió a las 06h00 (10h00 GMT) y debe extenderse hasta las 18h00 (22H00 GMT), siempre y cuando no haya electores en fila. El lapso habitualmente se extiende y los resultados no llegan hasta bien entrada la madrugada.
Hubo centros en Caracas que ya tenían pequeñas filas aún antes de abrir. Algunos electores llevaban chaquetas con los colores de la bandera venezolana.
«Voy a ejercer mi derecho al voto en un país democrático», dijo a la AFP José Casanova, un militante del chavismo de 74 años antes de sufragar en una escuela en la gigantesca barriada de Petare. «Cada elección es para el bien del país, que es un país bendito, con todos sus problemas, pero merecemos que nos respeten».
Estos comicios pueden servir como nuevo punto de partida tanto para el presidente Nicolás Maduro, que busca el levantamiento de sanciones internacionales, como para la oposición, que vuelve a la vía electoral con la mirada puesta en una elección presidencial «transparente» y «justa» en 2024, aunque el próximo año tiene la opción de un referendo para revocar el mandato del gobernante.
Pero la oposición regresa fracturada, debilitada y sin candidaturas unitarias en la mayoría de las regiones, y es «previsible que el chavismo arrase», estimó Pablo Quintero, politólogo y director de la firma LOG.
La oposición se negó a participar en la elección presidencial de 2018, en la que fue reelecto Maduro, y en las legislativas de 2020, en la que el oficialismo recuperó el Parlamento.
Ambos procesos, entre acusaciones de «fraude», tuvieron amplio rechazo internacional, liderado por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que esta vez acompañará las votaciones con una misión de 130 observadores desplegados en el país.
La UE no trabajaba en una elección en Venezuela desde hacía 15 años, pues las autoridades venezolanas optaron por «misiones de acompañamiento» de países y organizaciones cercanas al chavismo. Para esta elección se instalaron igualmente paneles de expertos de Naciones Unidas y el Centro Carter.
«La observación internacional es positiva e importante, le da validez al proceso», explicó Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis. «Lo legitima o lo ilegitima, no sabemos lo que ellos terminen viendo».
La UE tiene previsto presentar un informe preliminar el martes. Maduro ha advertido que el bloque no puede «dar veredicto» sobre los resultados.
«Elecciones, no sanciones»
Blanco de sanciones internacionales, incluido un embargo petrolero de Estados Unidos, el gobierno de Venezuela tiene fondos bloqueados en el extranjero y quiere vender su petróleo sin restricciones, así como importar gasolina, escasa ante la destrucción de la industria.
Maduro, que sostiene que estas medidas son la causa de los muchísimos problemas del país, hizo ciertas concesiones como impulsar una nueva directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) con presencia de la oposición, aunque sigue dominada por el chavismo, y autorizó la llegada de observadores internacionales.
«Así es que se toman las decisiones: ¡con elecciones, no con sanciones!», expresó Adosely Muñoz, de 47 años, también elector en Petare.
El líder opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por medio centenar de países, aunque en la práctica Maduro ejerce el control, no votará, según su equipo, aunque no llama a la abstención en esta oportunidad.
«No hay condiciones para una elección libre y justa en Venezuela», insistió el dirigente, cuya postura cuenta con el respaldo de Washington, su mayor aliado.
El objetivo de Guaidó es una elección presidencial en 2024 o antes, a través del referendo revocatorio del año que viene, que puede ser definido en la mesa de negociación en México, que por ahora está parada.
Pero ante las divisiones, la oposición debe «organizarse y no comenzar su campaña a última hora», insistió Quintero. «La oposición se une y el chavismo tiembla».