Indígenas de Honduras resisten al coronavirus con medicinas ancestrales

Foto Xinhua

La gran mayoría de los hondureños hacen frente a la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19) con medicamentos convencionales, mientras que los grupos étnicos, que representan más del 10 por ciento de la población de Honduras, la enfrentan con medicinas naturales ancestrales.

Las etnias lencas, misquitos, tolupanes, chortís, pech, tawahkas y garífunas se las han tenido que arreglar con lo que la naturaleza les provee, debido a que la mayoría vive en zonas remotas, pero que aun así no se han escapado de la enfermedad.

Honduras, con una población cercana a los nueve millones, registraba 46.973 casos positivos de COVID-19 y 1.476 muertos hasta el sábado.

De esa cifra, un porcentaje menor pertenece a los grupos étnicos que han tenido que acudir a brebajes con plantas y otros, hasta utilizar el agua de mar como medida desesperada para frenar el virus y que, según ellos, les ha dado resultado.

Marcia Milagros Núñez, una dirigente de la Federación de Tribus Xicaques de Yoro (Fetrixy) del pueblo Tolupán, dijo a Xinhua que hacen uso de plantas como jengibre, zacate limón, té de guayaba, y cuculmeca, entre otros.

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«Confiamos más en la medicina tradicional y ancestral; esto se maneja en la cosmovisión indígena, y los consejos directivos de tribus velan por los tolupanes», afirmó.

La entrevistada confió en que los 45.000 tolupanes tienen sus propios «yerberos», personas que les enseñan a preparar los brebajes, esto para evitar asistir a los hospitales, donde temen contagiarse del coronavirus.

Muchos pueblos indígenas viven en regiones remotas. Antes de la pandemia experimentaban tasas más altas de riesgos para la salud, y peor ahora por sus condiciones inmunológicas.

De hecho, ya estaban en desventaja en cuanto al acceso a la atención de salud de calidad, y eran más vulnerables a numerosos problemas sanitarios como el dengue y, en particular, a las pandemias.

Es así que la propagación de la COVID-19 seguirá elevando una situación ya crítica, en la que abundan las desigualdades y la discriminación.

El plano sanitario va de la mano con sus condiciones de pobreza, tal como lo afirmó un estudio publicado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), al señalar que  “en 11 de 18 países, la población indígena figura entre los principales grupos de pobres rurales».

«La pobreza en la población indígena en Latinoamérica es generalizada y grave», indicó el estudio sociodemográfico de pueblos indígenas de la CEPAL.

Y concluyó que «la población indígena tiene una vez y media más probabilidades de ser pobre que la población no indígena, y casi tres veces de ser extremadamente pobre».

El dirigente juvenil garífuna, Nahúm Lalín, dijo de su lado que hay 46 comunidades de afrodescendientes donde han tenido que distribuir alimentos y dar atención a los enfermos con los pocos recursos y asistencia que reciben.

Los garífunas representan el siete por ciento de la población hondureña, y la mayoría viven de la pesca, las remesas y el turismo, rubros que han sido severamente golpeados.

El caso no es diferente en la comunidad lenca, la más numerosa con más de 313.000 indígenas que se encuentran ubicados en los departamentos de La Paz, Comayagua, Intibucá, Lempira y Santa Bárbara, en el oeste del país.

Rosario García, líder de la Mesa de Unidad del Pueblo Indígena Lenca (MUPIL), dijo a Xinhua que no hay pueblo indígena que no tenga COVID-19.

«Al igual que todos, los pueblos indígenas, estamos muy afectados y sobrevivimos con medicina preventiva natural», afirmó.

Otro grupo, los misquitos que viven en la frontera con Nicaragua y reportan cerca de 400 casos positivos y varios muertos, previenen la enfermedad con un té a base de hojas de limón y manzanilla que toman bien caliente, dijo la dirigente Mirna Wood.

Wood, quien además es una conocida periodista del departamento de Gracias a Dios, detalló que unos 20 médicos atienden a una población de 150.000 misquitos en 48 centros de salud, y que la situación se está poniendo «complicada».

Es probable que el difícil acceso a ciertas comunidades ha impedido que el coronavirus las impacte en forma severa.

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