En el corazón de toda democracia late el consenso, no la imposición. La reciente declaración del presidente de la República sobre la crisis de la Caja de Seguro Social es profundamente preocupante. Afirmar que «si tengo que ser un dictador, lo seré» para resolver problemas, contradice los principios fundamentales de nuestro sistema político.
La democracia se construye sobre acuerdos surgidos de la voluntad mayoritaria, no sobre amenazas autoritarias. El diálogo y la cooperación entre diversos grupos son esenciales para forjar políticas que reflejen las necesidades de todos los ciudadanos. Las actitudes autoritarias no tienen cabida en un sistema que valora la participación ciudadana, el respeto a los derechos humanos y el estado de derecho. Porque la concentración del poder en pocas manos solo conduce a la restricción de libertades y al debilitamiento del debate público.
La crisis de la CSS requiere soluciones consensuadas, no imposiciones unilaterales. El gobierno debe facilitar un diálogo inclusivo y respetar los acuerdos alcanzados. Solo así podremos construir reformas sostenibles que garanticen el bienestar de todos los asegurados.
La democracia es un ejercicio constante de negociación y compromiso. Abandonar este camino en favor de la imposición es traicionar los valores que nos definen como nación.