Quien sea elegido para presidente de la República en el quinquenio 2024-29 la tendrá bastante difícil. Quizás, con nuestra peculiar forma de gobierno, pretenderá quien sea elegido aplicar medidas transitorias a efectos de trasladarle el problema al subsiguiente gobierno como si aquí no está pasando nada.
No he escuchado a ningún candidato tocar los puntos álgidos del próximo gobierno. Como tampoco una visión distinta del país que todos queremos sin alimentar a la opinión pública con más de los mismo.
Veamos los retos que enfrentamos a corto plazo.
1.El tema de la Caja del Seguro Social.
Quien llegue al poder no contará con un erario público fuerte que permita realizar aportes directos del Estado al programa de invalidez, vejez y muerte. Las medidas paramétricas van a ser relevantes para continuar con dicho programa.
2. La necesidad de una reforma tributaria. Mantener las finanzas públicas saneadas exigirá aumentar los ingresos, ya sea vía eliminación de exoneraciones y deducciones o el aumento de algunos impuestos directos o indirectos
3. La posible pérdida del grado de inversión. Una realidad manifiesta con el incremento en la tasa de interés de los bonos nacionales.
4. La incertidumbre creada con el cierre de la mina de cobre en Donoso y el impacto del costo del posible cierre o indemnización al inversionista afectado.
5. La poca capacidad de generar nuevos empleos en el sector privado, causa importante de la presión social por incrementar los empleos públicos.
Para todo panameño, cada uno de estos temas tiene una incidencia directa en su bienestar; sin embargo, no veo en el ambiente mayor preocupación por estos temas ni a los candidatos muy conscientes de las responsabilidades que han de asumir y alguna dirección clara de cómo enfrentar estos retos.
En un mundo cada vez más globalizado los ciudadanos con mejores niveles de educación o con destrezas técnicas en demanda tendrán la opción de emigrar. Otros con pocas capacidades pasaran al mundo de la informalidad para lograr su sustento diario. Ambas vertientes de esta salida ciudadana ya se expresan en la realidad panameña. Hay Estados fallidos pero también Gobiernos fallidos, éstas tienen la cualidad de languidecer por su incapacidad de darle un giro de timón al país en busca de mejores niveles de bienestar para sus habitantes. El modelo de la economía transitista a la cual recientemente escuche a un candidato presidencial seguir apostando a ella no le está generando al país los empleos necesarios. Necesitamos ver al país en su total integridad geográfica y sus recursos naturales y humanos para elaborar un plan de desarrollo. No permitamos que la explotación de nuestra posición geográfica, vista desde el eje del canal de Panamá y sus actividades auxiliares, sean la maldición del país. Tenemos otras potencialidades y limitarnos en el enfoque transitista nos estanca. El crecimiento económico no irradia en el hogar de todos los panameños desde un modelo económico transitista.
Estas reflexiones me hacen ver las perspectivas del país desde otro prisma. Muy distantes de la visión política de los candidatos. Vivimos casi ajenos a los eventos políticos mundiales y a las nuevas realidades económicas que se vienen vislumbrando. Quienes persisten en vivir aislados e indiferentes no encontrarán los medios para satisfacer las demandas nacionales. Nótese cómo los ciudadanos de determinados países ya han decidido emigrar. Esa corriente migratoria hoy atraviesa el istmo y se dirige al norte en busca de las oportunidades que no encuentran en sus países de origen. En mi opinión, es una tragedia cuya responsabilidad recae sobre los gobiernos que imponen ese éxodo con su falta de visión, su ilimitada ineficacia y mediocridad. Tenemos la oportunidad de girar el timón, pero dependerá de una ciudadanía mejor ilustrada.