La asignatura pendiente

El avance imparable de la tecnología está transformando todos los ámbitos de nuestras vidas. Sin embargo, nuestra burocracia estatal parece anclada en el pasado, dependiendo aún de lentos procesos manuales en papel. Urge modernizar la gestión pública para beneficiarnos de las ventajas de la era digital.

Aunque se han dado algunos pasos, son claramente insuficientes. Un informe del Foro Económico Mundial situó a Panamá en el puesto 65 en adopción tecnológica por los gobiernos, muy por debajo de países vecinos. Se estima que la digitalización completa de los servicios públicos podría ahorrar al Estado panameño unos 350 millones de dólares anuales. Sin embargo, el presupuesto destinado a modernización ha ido disminuyendo en los últimos años. Y no aprovechar las tecnologías disponibles tiene un alto coste de oportunidad para el país. Los expertos apuntan la necesidad urgente de avances como la historia clínica digital, la administración electrónica, servicios digitales de empleo y formación, o la digitalización de registros y pagos de impuestos, entre otros. Todo ello reduciría drásticamente las ineficiencias actuales, los contratiempos para ciudadanos y empresas, y liberaría recursos para destinarlos a otros fines.

Es necesario que, de una vez por todas, los gobiernos antepongan el interés general a los miedos al cambio, porque los avances tecnológicos están para servir a la ciudadanía, no para obstaculizar sus vidas innecesariamente. Una verdadera modernización de la gestión pública requerirá sin duda importantes inversiones y reformas, pero el potencial para construir un Estado más ágil, eficiente y centrado en las personas bien vale el esfuerzo. Es hora de subirse al tren de la innovación pública que ya recorre el mundo. ¿Se animará Panamá a dar el salto?

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