El futuro de nuestras ciudades está en juego. El cambio climático amenaza la calidad de vida y la salud pública en los centros urbanos alrededor del mundo. Olas de calor letales, la contaminación ambiental y el agotamiento de recursos fundamentales acechan en el horizonte si no tomamos medidas. En Panamá, las temperaturas récord registradas en los últimos años presagian un futuro sombrío. Y la solución podría estar justo frente a nosotros: los corredores verdes urbanos.
Estudios recientes demuestran el inmenso potencial de los corredores verdes para mitigar los efectos del cambio climático. Un análisis realizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Panamá encontró que las zonas con corredores verdes pueden ser hasta 8°C más frescas que áreas adyacentes sin vegetación. Esto se debe a la evapotranspiración de las plantas y la sombra que proveen. Además, los corredores verdes también mejoran la calidad del aire al absorber dióxido de carbono y contaminantes.
Sin embargo, en la actualidad menos del 2% de la superficie de Panamá está designada como corredores verdes. Esta cifra resulta alarmante, considerando el rápido crecimiento de nuestras ciudades. Urge repensar cómo diseñamos los espacios urbanos, integrando áreas verdes que provean un alivio frente al implacable sol tropical. Los críticos argumentan que el costo de implementar corredores verdes a gran escala sería prohibitivo, pero múltiples estudios han demostrado que la relación costo-beneficio favorece ampliamente a este tipo de proyectos ambientales. Los ahorros en salud pública compensan con creces la inversión inicial en infraestructura verde.
Llegó la hora de que Panamá mire hacia el futuro y comience a ejecutar una estrategia indispensable para la adaptación climática urbana. Las implacables olas de calor sufridas recientemente obligan a considerar la cobertura actual de corredores verdes y a integrarlos en la planificación y el desarrollo urbano. En muy pocos años el país comprobará que fue una excelente decisión.