Cada 50 años, una nueva revolución tecnológica sacude el entramado de la economía global y, de paso, cambia radicalmente el comercio y el escenario laboral. Resulta indudable la capacidad transformadora de las tecnologías disruptivas como la robótica, la impresión 3D, las redes digitales, la realidad virtual el internet de las cosas y, sobre todo, de la inteligencia artificial. Los desafíos que estas emergentes disciplinas plantean para el comercio, la producción y el empleo son de una complejidad abrumadora y las consecuencias de unos alcances insospechados. En el escenario actual, aquellas naciones que permanezcan de espaldas a estos cambios, se condenan por adelantado a quedar rezagadas mientras las que tomen las previsiones del caso se montan en el tren que las llevará a extraordinarios niveles de desarrollo y prosperidad.
La IX Cumbre de las Américas que se celebrada en estos días en los Ángeles, se ha constituido en la estación de la que ha partido uno de estos trenes que definen el rumbo del futuro. Desde ahí el gigante tecnológico Google anunció que invertirá en Latinoamérica mil 200 millones de dólares en los próximos cinco años para el desarrollo de cuatro áreas fundamentales: estructura digital, habilidades digitales, ecosistema emprendedor y el fortalecimiento de las comunidades más vulnerables. “Llevamos en América Latina desde 2005 y siempre la hemos considerado como una de las regiones más importantes para nosotros”, expresó el consejero delegado de la empresa, Sundar Pichai, “sabemos que hay mucho por hacer, el potencial de la región es inmenso”, ha dicho. Estos planes de inversión incluyen la puesta en marcha de un cable submarino, llamado Firmina, que conectará América del Norte con América del Sur. Además, una suma sustancial se dedicará a la formación de habilidades digitales por medio de un millón de becas que impulsarán el empleo de calidad a través del programa Crece con Google, con el que ya se ha capacitado a 8 millones de personas desde el 2017.
Los mandatarios con liderazgo probado y ojo avizor a las oportunidades que se presentan para beneficio de sus respectivos países, estarán concentrados en hacer los movimientos necesarios para sumarse a esta oportunidad. Mientras que el resto, más pendiente de tomarse las fotos y estrechar las manos de las figuras más destacadas de dicha reunión, se quedarán plantados en la estación escuchando como se aleja y se pierde en el lejano horizonte el tren de la oportunidad y del desarrollo tecnológico con el que soñaban sus naciones y que ellos fueron incapaces de hacer realidad.