La pandemia de la Covid-19 no hizo sino agudizar la crisis que ya venía afrontando el periodismo desde hace un par de décadas. La progresiva caída de los ingresos provocada por la debacle del modelo de negocios sobre el que se sostenía, la aguda politización de los medios sumada a la concentración de los mismos en manos de los grandes conglomerados empresariales y, sobre todo, la irrupción de la tecnología con sus redes sociales, empujó al sector hasta la encrucijada en la que se debate y que amenaza a todos porque sin periodismo libre no hay democracia. Para que existe un sistema democrático saludable, el primer requisito exigido es una opinión pública bien informada.
Según revela la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los ingresos publicitarios globales de los periódicos se han reducido a la mitad en los últimos cinco años. Los dos gigantes tecnológicos, Google y Facebook –convertida ahora en Meta- acaparan en el presente casi el 50 por ciento del gasto mundial en publicidad digital. La concentración de los medios, por otra parte, atenta contra un flujo informativo variado y libre de sospechas de manipulación y coerción: en Francia, una decena de multimillonarios controla el 90 por ciento de los medios; mientras que en la Suiza alemana, tres grandes consorcios de prensa concentran el 82 por ciento de los medios. “Justo en el momento en que necesitamos un periodismo independiente y creíble -una prensa libre- el modelo de negocio está siendo socavado”, advirtió contundentemente el premio nobel Joseph Stiglitz.
La UNESCO considera al periodismo como un bien común que juega un papel relevante en la construcción de un espacio cívico saludable; para lograr dicho espacio la comunidad tiene que tener acceso a información objetiva y verificable. Cuando se cumple con estas condiciones, se puede asegurar que la ciudadanía participa en una sociedad libre y abierta.
Para asegurar, entonces, la permanencia de la democracia, la libertad y de una saludable ciudadanía que garanticen el desarrollo de las comunidades, resulta indispensable promover, apoyar y facilitar la creación de ecosistemas de medios de comunicación independientes que sirvan a sus respectivas audiencias con un periodismo pertinente; es decir, trabajando en los temas que permanecen invisibles en los grandes medios, desarrollando un periodismo en torno a los temas que afectan y preocupan a la ciudadanía; y que, además, no se limite a informar, sino que colabore en la búsqueda de todas las posibles soluciones.
Considerada hoy como “el quinto poder”, la internet es el semillero donde proliferan los más variados emprendimientos periodísticos que además de restablecer nuevas oportunidades de trabajo, persigue definir un modelo financiero sostenible que permita llevar a cabo ese periodismo más cercano y con vocación de ayudar a su audiencia. Esperemos que esas iniciativas prosperen en el entorno cercano: resultan muy necesarias dados los tormentosos momentos que se atraviesan y donde sus beneficios y disposición a servir son bienvenidos. Vocación de servicio y contrapeso de los poderes de turno: he ahí el paradigma del nuevo periodismo.