Hace un par de semanas, el servicio exterior panameño estaba sumido en una confrontación con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por la nominación del historiador Pedro Salmerón como su representante diplomático. Mal visto incluso por un importante segmento de la opinión pública mexicana, Salmerón era señalado de acoso sexual por parte de alumnas y exalumnas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y su nominación causó incomodidades entre ambas naciones. Luego, en una decisión señalada como “de venganza” por algunos personajes políticos mexicanos, el presidente López Obrador nominó a Jesusa Rodríguez, una figura polémica a la que el coordinador del grupo parlamentario del PAN definió como carente de “un perfil adecuado para ser la representante del gobierno mexicano en Panamá”; mientras que la senadora mexicana Lilly Téllez expresó al respecto: “Primero los insulta con Salmerón y ahora con Jesusa. Los panameños merecen respeto, no los menosprecie”. Palabras pertinentes con las que estuvo de acuerdo un relevante sector de la opinión pública local.
Pero, nada aprendieron, al parecer, de esta desagradable experiencia los funcionarios incomodados por las designaciones del presidente mexicano: pasadas unas pocas semanas echan al olvido cualquier lección del evento y pretenden nombrar en el servicio exterior panameño a una figura polémica y cuyas habilidades diplomáticas son puestas en duda.
A su paso por el Ministerio de Cultura, el “futuro diplomático” deja una estela conformada por denuncias penales, auditorías y acusaciones de presuntas irregularidades en el manejo de fondos públicos. Aún se mantiene fresco en la memoria nacional el escándalo de los contratos de comunicación por los que la Contraloría inició una auditoría a una de las empresas beneficiadas con casi medio millón de dólares, mientras que la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (ANTAI) también inició una investigación. Además de lo anotado, los desplantes y desprecios en contra de protagonistas de la escena artística y cultural nacional no faltaron en el comportamiento del personaje mencionado, lo que pone en dudas sus talentos diplomáticos y hace temer que tal falta de tacto provoque controversias allá donde sea asignado.
Así como ayer resultaban controversiales e impertinentes los nombramientos del presidente de México; hoy, resulta igualmente controvertido e impertinente el potencial nombramiento en el servicio diplomático de un personaje cuya permanencia en el país se exige para que aclare y rinda cuentas sobre asuntos aún pendientes.