Con unos 50 millones de habitantes, Centroamérica es un territorio con costas en el Atlántico y el Pacífico, volcanes y montañas, en cuyas laderas se levantan comunidades pobres y rurales, lo que la hace una de las regiones más vulnerables del mundo a los desastres naturales.
Esos fenómenos no han representado en el pasado un grave riesgo para Panamá. Su población no tiene memoria de lo ocurrido años atrás en países vecinos.
Su salvaguarda ha sido, hasta el momento, estar en una latitud entre los 0.5 y 0.8 grados, y por la influencia de la fuerza de coriolis -un efecto que resulta de los giros de la Tierra- según explicaron expertos a la agencia EFE. Sin embargo, este año el país fue impactado por las intensas lluvias que trajeron aparejados esos portentos meteorológicos.
La peor parte de los fenómenos naturales que cada año se ensañan con la región, se la llevan Guatemala, Honduras y Nicaragua con extensas costas en el Caribe. Se trata de episodios cada vez más extremos pero, comparativamente con el pasado, también de corta duración.
Las agencias de Naciones Unidas reconocieron que ante los continuos embates de esos catastróficos episodios naturales están quedándose sin superlativos ante los cada vez más potentes huracanes que impactan la región.
Los huracanes Eta e Iota afectaron cinco millones de personas. Las continuas inundaciones en Guatemala, Honduras y Nicaragua comprometerán la cosecha entrante, y eso ejercerá una gran presión sobre los agricultores de subsistencia y todo indica que la emergencia alimentaria se extenderá hasta mediados del 2021.
Según los expertos, esos fenómenos son evidencia de que los impactos del cambio climático están a la vista.
Desde 1966 la llegada de huracanes, según cifras de organismos internacionales, han dejado solo en Guatemala, Honduras y Nicaragua, unos 25,000 muertos, daños a la infraestructura, viviendas, sistemas productivos y servicios básicos por unos $15,000 millones, destrucción de más de 10,000 hectáreas de bosques y áreas productivas y decenas de millones de damnificados. La CEPAL estimó que si se suma el daño total, el impacto sería el equivalente al 70% del PIB de toda Centroamérica.
Una secuela de los huracanes estriba en las dificultades de acceso a agua potable, saneamiento e higiene, seguridad alimentaria, salud y protección de las poblaciones, lo que puede ser causa de aumentos de contagios y subsecuentes muertes por el covid-19. Centroamérica acumula 550,000 contagios y unas 13,000 muertes por el coronavirus.