Experto no descarta conflicto armado entre EEUU y China

El hecho de que el dominio global de Estados Unidos esté en crisis no es nuevo para nadie. Es discutible cuándo comenzó y qué factores causaron su decadencia, pero la verdad es que su lugar como potencia hegemónica absoluta está en disputa.

Stephen Wertheim, historiador y especialista en política exterior de Estados Unidos, ahonda en el tema. Recientemente fue nombrado uno de los 50 intelectuales más importantes del mundo, después de la pandemia, por la revista Prospect.

Wertheim, en una extensa entrevista publicada este jueves por el diario argentino Clarín, aseguró que la disfunción que se experimenta actualmente en Estados Unidos se remonta a la década de 1990 y es un problema que nunca se resolvió después del colapso de la Unión Soviética.

Sostuvo que el presidente Donald Trump no está en contra del uso de la fuerza militar. De hecho, promueve el dominio militar total de Estados Unidos. Pero el mandatario se dio cuenta de que ese proyecto de dominación necesitaba una nueva razón para que el público estadunidense lo aceptara.

“Trump argumenta que ahora recuperaremos lo que otros países nos han robado. Su ascenso es un síntoma de esa falta de legitimidad del liderazgo estadunidense”, opinó Wertheim, que trabaja en el Quincy Institute for Responsible Statecraft, un grupo de reflexión que aboga por una política exterior no intervencionista basada en la diplomacia.

Pandemia aumentará tensiones

Wertheim está muy preocupado por el estado de las relaciones entre Washington y Pekín. “Una consecuencia de la pandemia es que alimentará el aumento de las rivalidades geopolíticas y militares”, señaló.

No descartó que ese rivalidad degenere en un conflicto armando. “Nadie debe ignorar la posibilidad de una guerra entre dos potencias. El hecho de que no haya ocurrido durante muchas décadas no significa que no pueda volver a ocurrir. Y cualquiera en Estados Unidos que defienda una línea dura contra China debe sopesar los riesgos que conlleva esa estrategia”, añadió.

Reconoció que la primera Guerra Fría se produjo porque ninguna superpotencia aceptó la legitimidad de la otra. “No ven al otro como un agente sincero con el que la diplomacia podría cooperar, sino más bien como una fuerza puramente expansionista. Hay algunos en Estados Unidos que postulan la misma idea para China”, precisó.

Ante el interés de la opinión pública estadunidense porque la proyección de su país en el exterior sea más pacífica, Wertheim identificó a un pequeño círculo de elites y una minoría de intereses en una actitud más militarista.

“En las primarias del Partido Demócrata –comentó- vimos muchas posturas sobre cómo debería ser la política exterior de Estados Unidos. Estamos en un período ambiguo y fluido en el que existe un potencial de cambio. No siempre será así. Esa ventana se cerrará, pero creo que el suelo es fértil por el momento. La pandemia acentúa una oportunidad que comenzó con las elecciones de 2016. Los parámetros del debate son mucho más amplios que antes”.

El enfrentamiento de Washington contra Pekín puede agudizarse en la medida en que la Casa Blanca lo considera como una invasión y una amenaza a su esfera de influencia en América Latina o cualquier otro lugar del mundo.

“Hasta ahora, China no ha demostrado una estrategia de conquista territorial en sus incursiones. El problema sería si Estados Unidos considera los avances de China como un intento de obtener el control político. Una visión de suma cero del control político está ganando terreno en ambos partidos en Estados Unidos”, apuntó Wertheim.

“Para la administración Trump, y para muchos de la derecha, el problema de China no es solo que sea comunista, sino que el término significa ‘régimen no occidental en la región’. O, más precisamente, una entidad ‘no blanca’”.

Industria armamentista

Según Werthiem, esas tensiones solo benefician a las industrias armamentista y militar, y no resuelve los grandes desafíos que la mayoría de la población entiende que son de importancia central: el cambio climático y las pandemias.

La influencia global y el poder estadunidense es también el tema del primer libro de Wertheim “Tomorrow the World: The Birth of U.S. Global Supremacy”, que se publicará en octubre. Allí postula que el proyecto de dominación mundial de Washington, que algunos historiadores afirman que estaba en marcha desde su inicio como nación, no fue realmente algo que se buscó hasta 1940.

“Es cierto que Estados Unidos se han estado expandiendo territorialmente prácticamente desde su fundación. Pero lo que he descubierto es que desde 1776 hasta 1940 fueron muy pocos los líderes políticos, intelectuales o miembros de la élite que propusieron una visión del lugar de Estados Unidos en el mundo, ya que ahora todo el país lo da por sentado”, dijo Wertheim en la introducción del libro.

Según sus conclusiones, la decisión de dominación global estadunidense se tomó antes de que Estados Unidos entraran en la Segunda Guerra Mundial. Más concretamente, en los 18 meses entre la caída de Francia ante la invasión alemana en 1940 y el bombardeo de Pearl Harbor por Japón en diciembre de 1941.

A partir de ese momento se impone un nuevo principio de orden internacional. “En resumen –destacó el historiador- el mundo necesita un poder hegemónico para asegurar que no se instalen fuerzas totalitarias para determinar el curso del planeta. Eso justificaba no solo entrar en la guerra, sino convertirse en el policía mundial del futuro”.

“La idea de que los soviéticos luchaban por la dominación mundial y se oponían a un mundo libre son en realidad conceptos que nacieron en 1940 y se aplicaron a las potencias del Eje nazi”, señaló.

“Mi investigación sugiere que el país, como proyecto en curso, quería convertirse en la potencia militar dominante en el mundo, no porque la Unión Soviética estuviera al frente. Si esto fue diseñado para contrarrestar las fuerzas del Eje, y si tuvo éxito en este sentido, entonces la pregunta cambia: ¿por qué no continuar con este proyecto desde la Unión Soviética?”, se preguntó.

La respuesta se encuentra en lo que el Pentágono llama “competencia entre las grandes potencias” con China y Rusia, concluyó Wertheim.

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