El juicio, que se extendió desde septiembre hasta diciembre de 2024, se convirtió en un punto de inflexión para la sociedad francesa.
En un veredicto histórico que ha conmocionado a Francia, Dominique Pelicot, de 72 años, ha sido condenado a 20 años de prisión por orquestar durante casi una década la violación sistemática de su esposa, Gisèle Pelicot, mientras la mantenía sedada con somníferos. El caso, que ha sacudido los cimientos de la sociedad francesa, ha culminado con la condena de otros 50 hombres que participaron en los abusos.
Los hechos del caso
Todo comenzó a revelarse en septiembre de 2020 en un supermercado de Carpentras, cuando un vigilante de seguridad detectó a Dominique Pelicot grabando subrepticiamente a mujeres. Lo que parecía un incidente menor llevó a un registro policial que descubrió más de 20,000 fotografías y videos que documentaban años de abusos sistemáticos contra su esposa.
La investigación reveló que Pelicot había estado administrando somníferos a su esposa durante años, ocultándolos en su comida y bebida, para después permitir que desconocidos que contactaba por Internet la violaran mientras ella permanecía inconsciente. Los perpetradores, que sumaron al menos 71 individuos, aunque solo 51 pudieron ser identificados, provenían de diversos estratos sociales: desde camioneros y carpinteros hasta un periodista local y un experto en informática bancaria.
El proceso judicial
El juicio, que se extendió desde septiembre hasta diciembre de 2024, se convirtió en un punto de inflexión para la sociedad francesa. Por decisión de Gisèle Pelicot, quien renunció a su derecho al anonimato, las audiencias fueron públicas. «Es hora de que la vergüenza cambie de bando», declaró ante las cámaras en una de sus pocas intervenciones públicas, frase que se convirtió en emblema del proceso.
Las sentencias
El tribunal ha dictaminado penas que suman 428 años de prisión para los 51 acusados, aunque la fiscalía había solicitado inicialmente 652 años. Dominique Pelicot recibió la pena máxima de 20 años, mientras que la mayoría de los coacusados fueron sentenciados a entre 8 y 10 años. La segunda pena más alta, de 15 años, fue impuesta a uno de los perpetradores que era seropositivo y acudió en múltiples ocasiones a la residencia de los Pelicot.
El caso ha catalizado un profundo debate en Francia sobre la cultura de la violación y la definición legal de este delito en el código penal francés. Legisladoras feministas han aprovechado el momento para impulsar cambios en la ley que establezcan explícitamente que el sexo sin consentimiento constituye violación.
La voz de la superviviente
Tras el veredicto, Gisèle Pelicot, acompañada por sus tres hijos, dirigió unas emotivas palabras a los medios: «Este juicio fue una prueba muy difícil. Pienso en mis tres hijos, David, Caroline y Florian. Pienso en mis nietos porque son el futuro y es por ellos que lideré esta lucha». Su decisión de hacer público el caso ha sido considerada un acto de valentía que ha transformado la conversación nacional sobre la violencia sexual.
El caso Pelicot ha dejado una marca indeleble en la sociedad francesa, demostrando que los perpetradores de violencia sexual pueden ocultarse tras fachadas de normalidad y respetabilidad. También ha evidenciado la importancia de dar voz a las víctimas y de mantener un diálogo abierto sobre temas que tradicionalmente han permanecido en la sombra.