En la era actual, marcada por cambios permanentes y crisis globales, la gestión del Estado y el gobierno deben evolucionar acorde a las exigencias de un mundo en constante transformación. Panamá, sin embargo, parece estancada en prácticas obsoletas y manipulaciones políticas que ignoran los avances tecnológicos y las necesidades urgentes de la población. La inteligencia artificial y la tecnología avanzada están redefiniendo todos los aspectos de la vida humana, acelerando la necesidad de adaptaciones profundas en las políticas públicas.
El chabacano rejuego por la presidencia de la Asamblea Nacional, evidencia la desconexión de la clase política con la realidad del país. Gobernar de espaldas a estos cambios no solo es absurdo, sino peligroso. Continuar privilegiando intereses elitistas en detrimento del bienestar común condena a Panamá a un estado de estancamiento y riesgo de colapso.
Es imperativo que los líderes panameños comprendan la gravedad de la situación y actúen en consecuencia, adoptando políticas inclusivas que integren las innovaciones tecnológicas y respondan a las necesidades reales de la ciudadanía. Solo así se podrá construir un futuro próspero y equitativo para todos los panameños, dejando atrás los métodos primitivos que perpetúan la desigualdad y la ineficiencia.