Una calle ahogada por las tranques y los edificios

Tras una medición, los moradores de un barrio de Villa Lilla descubrieron que sus servidumbres medían menos de lo que se requiere para albergar torres de apartamentos y para conectar la Vía Porras con Calle 50

Tras una medición, los moradores de un barrio de Villa Lilla descubrieron que sus servidumbres medían menos de lo que se requiere para albergar torres de apartamentos y para conectar la Vía Porras con Calle 50

El barrio de San Francisco de la Caleta nació en 1923, cuando el Gobierno cedió tierras para la reubicación de un caserío de pescadores que habían sido desalojados un año antes, durante la construcción del Hospital Santo Tomás. 

Hoy queda poco de aquel asentamiento de pescadores que recibieron terrenos gratuitos en una finca contigua a Paitilla, como narra el libro La ciudad fragmentada

En sus calles se encuentran torres de apartamentos de 40 pisos o más, encajonadas entre residencias unifamiliares o edificios más pequeños, de dos o tres plantas, y flanqueados por pequeños jardines frontales con lirios que se asoman sobre las aceras derruidas.

En algunas secciones de la calle 65 ya no hay aceras, por lo que el peatón debe caminar atento a los vehículos que bajan desde Vía Porras. Es pasada la hora pico, pero todavía hay tráfico en dirección a Calle 50, si bien la angostura de la calle no permite que los vehículos avancen con fluidez. 

Como ocurrió en el resto de la ciudad, el crecimiento de San Francisco ha sido desordenado y sujeto a los apetitos inmobiliarios. En 2022, un fallo de la Corte Suprema de Justicia dejó sin efecto su último plan de ordenamiento territorial, que establecía aspectos importantes relacionados con el espacio público, la altura y la densidad.

También en el 2022 las juntas de desarrollo locales del sector presentaron sus propuestas como parte de un proceso de participación impulsado por la Dirección de Planificación Urbana (DPU) del Municipio de Panamá. 

Fue entonces cuando los moradores del barrio de Villa Lilla, ubicado entre calle 64 y Avenida Porras, contrataron al arquitecto y urbanista José Istaurín para delinear un plan de desarrollo.

El último plan de ordenamiento territorial de San Francisco fue declarado ilegal por la Corte Suprema de Justicia en 2022.

Durante el proceso, el ex subdirector de la Dirección de Planificación Urbana de la Alcaldía de Panamá realizó un hallazgo: las calles medían 10.50 metros, 4.5 metros menos de lo establecido en el Plan Parcial de Ordenamiento Territorial del 2018. 

Esto plantea un problema debido a la proliferación de torres de apartamentos en la zona, de acuerdo con la Junta de Desarrollo Local de Villa Lilla. Alegan que las calles del sector no “tienen el ancho para la servidumbre que les fue otorgado por el plan de ordenamiento territorial que hizo José Blandón”. El exdiputado estuvo a cargo de la alcaldía capitalina durante la presidencia de Juan Carlos Varela. 

Es un escenario invariable en las calles de San Francisco: altos edificios en calles angostas. “Ya tuvimos un edificio que levantaron contra viento y marea, y en contra de la comunidad. Les hicieron paredes ciegas, te afecta la vida y el valor de tu propiedad”. 

A pesar de que la calle 65 es angosta sirve de conexión entre Vía Porras y Calle 50. Para comunicar estas dos vías, en este sector, se requiere de 15 metros, comenta el urbanista Alvaro Uribe.  “De acuerdo con un reglamento de urbanización del 2020, del Miviot, la vía más angosta debe tener 12 metros”, indicó. 

A pesar de haber presentado sus inquietudes ante el Ministerio de Vivienda de Ordenamiento Territorial y la Dirección de Planificación Urbana, hasta el momento los vecinos de Villa Lilla no han recibido una respuesta oficial. 

Esperan que las autoridades municipales tomen nota acerca de las medidas de las servidumbres y atiendan la situación como parte del proceso de elaboración de un nuevo plan de ordenamiento. “Pensamos que sería oportuno que se haga la corrección y se determinen las alturas, los adosamientos y lo que estamos proponiendo de acuerdo a los anchos de calle, para que todo el mundo pueda tener una convivencia tranquila”. 

Los vecinos de Villa Lilla están conscientes de que es difícil contrarrestar la densificación, pero solicitan que se realice de una “manera sostenible”. “No podemos densificar sin tener la infraestructura, sin tomar en cuenta el ancho de las calles, sin tener un árbol que nos dé sombra”. 

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