Algunos gags visuales resultan previsibles, las canciones son intrascendentes y el final parece precipitarse en pos de un final feliz
«Wonka» es la precuela de la conocida historia de Roald Dahl «Charlie y la fábrica de chocolate«, que narra los orígenes del extravagante Willy Wonka antes de convertirse en el propietario de su imperio chocolatero. La película sigue a un joven e ingenioso Willy en una Inglaterra dickensiana que anhela triunfar como inventor y llevar alegría a un mundo que la necesita urgentemente.
Paul King, director de las entrañables películas de «Paddington», vuelve a demostrar su habilidad para adentrarse en el imaginario británico y expandirlo con nuevas aventuras que encajan a la perfección. Con un ritmo ágil, una dirección repleta de color y fantasía, así como momentos musicales que refuerzan el tono optimista, King crea una carta de amor a la infancia y la capacidad humana para sobreponerse incluso en los contextos más sombríos.
Un Willy Wonka deslumbrante pero poco convincente
Timothée Chalamet encarna un Willy Wonka radiante y vibrante, que irradia inocencia e ilusión. Sin embargo, el siempre melancólico Chalamet lucha por transmitir la vitalidad desbordante del personaje, tan esencial en la historia. La elección del protagonista parece responder más a su popularidad entre los jóvenes que a un acierto interpretativo.
El resto del reparto cumple con solvencia, destacando la cálida Olivia Colman en el rol de madre de Willy. Los pintorescos Oompa Loompas también tienen un protagonismo memorable de la mano de Hugh Grant.
Más Paddington que Charlie
En su afán por narrar una historia de origen, King se distancia del tono más irreverente y agridulce de Dahl para crear un relato fantástico con resonancias de «Paddington». Hay momentos de ingenio, pero «Wonka» carece de la profundidad psicológica y emotiva que sí tenía «Charlie y la fábrica de chocolate».
Algunos gags visuales resultan previsibles, las canciones son intrascendentes y el final parece precipitarse en pos de un final feliz. Se echa en falta un mayor riesgo narrativo para aprovechar la iconografía wonkiana.
Conclusión: disfrutable pero olvidable
«Wonka» cumple con su cometido de entretener a niños y nostálgicos con una historia sobre la magia de perseguir los sueños. Su mundo colorido, sus simpáticos personajes y la química entre Chalamet y Colman harán las delicias del público familiar. No obstante, se queda corta como para ser un clásico imperecedero para futuras generaciones.