Un nuevo informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte sobre los desafíos que enfrentará América Latina en las próximas décadas debido al acelerado envejecimiento de su población y la necesidad de reformar los sistemas de pensiones para garantizar su sostenibilidad. El estudio «El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe: cómo avanzar hacia pensiones sostenibles para sociedades más longevas», elaborado por expertos del BID, señala que la región experimentará un cambio demográfico sin precedentes, pasando de tener 9 personas en edad de trabajar por cada adulto mayor a solo 3 trabajadores por adulto mayor en 2050. Esto se debe principalmente a la caída en las tasas de fertilidad y el aumento en la esperanza de vida, factores que están provocando un rápido envejecimiento en países como Chile, Costa Rica y Cuba, donde ya hay más adultos mayores que niños menores de 15 años.
De acuerdo con el informe, el porcentaje de la población latinoamericana mayor de 65 años pasará del 9% en 2020 al 25% en 2060, mientras que el segmento de 0 a 14 años disminuirá del 23% al 16%. En países como Uruguay y Chile, los mayores de 65 años superarán el 30% de la población total.
Impacto en el mercado laboral
Este cambio demográfico tendrá profundas consecuencias en los mercados laborales y los sistemas de pensiones de la región. Con una fuerza laboral más reducida, será difícil mantener el dinamismo económico y la sostenibilidad fiscal ante una mayor proporción de jubilados y pensionados. El estudio advierte que la tasa de dependencia de América Latina, es decir, la proporción de inactivos (niños y adultos mayores) sobre la población en edad de trabajar, pasará del 54% en 2020 al 69% en 2060. Esto significa que cada trabajador deberá sostener económicamente a más inactivos.
Los expertos recomiendan medidas para incentivar una mayor participación laboral de grupos subrepresentados, como las mujeres y los jóvenes, además de alargar la vida laboral de los trabajadores de más edad mediante esquemas de jubilación flexible y formación continua.
Pensiones en riesgo
Otro aspecto preocupante es la sostenibilidad de los sistemas de pensiones ante el envejecimiento acelerado. Actualmente, cerca de la mitad de los adultos mayores latinoamericanos no cuenta con una pensión contributiva, subsistiendo de programas asistenciales o el apoyo de familiares. Incluso en los países con altas coberturas, como Chile, Costa Rica y Uruguay, el valor de las pensiones contributivas es muy bajo, equivalente al 50% o menos del último salario. Esto obliga a muchos jubilados a seguir trabajando informalmente. Ante este panorama, el informe recomienda reformas paramétricas para ajustar la edad de jubilación, las tasas de contribución y los años de cotización necesarios. También plantea evaluar esquemas mixtos con aportes obligatorios del empleador para complementar el ahorro individual.
El estudio advierte que posponer las reformas tendrá graves consecuencias fiscales y sociales. Mantener los parámetros actuales implicaría destinar hasta 15 puntos del PIB a financiar déficits previsionales, recursos que se restarían de áreas clave como educación, salud e inversión productiva. La directora del departamento de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID, Carmen Pagés, declaró: «Las reformas de pensiones son urgentes en la región. Debemos actuar ya para construir sistemas integrales de protección social desde una edad temprana hasta la vejez, combinando adecuadamente beneficios contributivos y no contributivos».
Medidas para un envejecimiento activo
Más allá de las reformas a los sistemas de pensiones, el informe enfatiza la necesidad de políticas dirigidas a promover un envejecimiento activo que permita a los adultos mayores seguir contribuyendo con su experiencia y conocimientos. Se requiere programas de aprendizaje a lo largo de la vida para actualizar habilidades y facilitar la reinserción laboral. También es clave adaptar los espacios de trabajo y el transporte público para una población de más edad.
El estudio destaca iniciativas innovadoras como los centros de cuidado diurno para adultos mayores en Jamaica o las universidades abiertas para mayores en países como Argentina, Brasil y Chile. De igual forma, resalta la importancia de combatir la discriminación laboral por edad y derribar estigmas culturales sobre la vejez. Los adultos mayores pueden seguir siendo económicamente activos y contribuyendo al desarrollo de la región.
En conclusión, el informe del BID es un llamado urgente a los países de América Latina para adaptarse al acelerado envejecimiento demográfico con reformas integrales, que vayan desde la transformación de los sistemas de pensiones hasta políticas activas para promover un envejecimiento productivo que aproveche el valioso aporte de los adultos mayores.