En Panamá contamos con una rareza y no es de la naturaleza, y seguro, tampoco parte de algún programa prediseñado para proteger la flora urbana, a lo que llamo: árboles de humo. Son árboles que han perdido su bella forma redondeada con amplias ramas creciendo equilibradamente. Al contrario, crecen verticales y con grotescas formas desequilibradas.
Se pueden observar por toda la capital, son árboles mutilados, cercenados, abusados y todas estas acciones agresivas confrontan con lo que sus agresores llaman poda. ¿Quiénes “podan” estos árboles? Las juntas comunales, los municipios, los proveedores de jardinería de las alcaldías y las juntas comunales, los proveedores de electricidad, fibra óptica o cualquier otra tecnología humana.
He tenido la oportunidad de conversar (y hasta discutir) con personal de proveedores de electricidad, de jardinería y cuadrillas de juntas comunales, más no cuentan a mano con los permisos para hacer esos cortes, indican que en la oficina los tienen. En una ocasión, en la vía Santa Elena, una cuadrilla de apenas 3 hombres había mutilado árboles, en una acera de casi 200 metros. Según ellos era “poda” y que esas ramas crecen rápidamente en invierno, afectando la comunicación. Lo peor que se puede hacer es darle una motosierra a un ignorante o un inconsciente del ambiente. Estas cuadrillas no cuentan con la supervisión, ni instrucciones de arboristas o personas adecuadas para el correcto cuidado de los árboles. En una ocasión me dijeron que: “Ni que lo estuviera talando, lo estoy solo podando”. ¿Nuestros árboles urbanos mueren por viejos o por el poco espacio que le damos a sus raíces o por la mala atención que le brindamos? Cuando llegan a morir cayendo sobre un auto, renegamos: “árbol desgraciado”, como si fuera únicamente su culpa el haber fallecido.
Los daños irreversibles a la vegetación urbana se dan por todas las administraciones de gobiernos que finalmente, se desconoce la persona responsable, más sí, quienes son los afectados, los vecinos de la comunidad.
¿Y por qué preocuparse por la flora local? Porque a los pasos agigantados de destrucción que vamos por la minería, la tala, la urbanización, solo nos quedará la oportunidad de contacto con la naturaleza, nuestra flora local. ¿Y Por qué no hacemos puentes en las aceras para las raíces o elevamos el tendido eléctrico o lo soterramos? No, es más fácil y económico cortar el árbol.
El 50 por ciento del oxígeno el planeta se genera por los árboles, el otro 50 por ciento por los océanos. Actualmente se está discutiendo el proyecto Ley 661 “por la cual se establece la protección, conservación y fomento de arbolado y áreas verdes en proyectos residenciales, zonas urbanas, rurales y sus municipios”. También existen acuerdos municipales como el número 91 del 19 de abril de 2016, “por medio del cual se dicta medidas sobre los recursos forestales y arbolado público”. Otra Ley es la 1 del 3 de febrero de 1994 (GO 22,470 de 7 de febrero de 1994) “Por la cual se establece la Legislación Forestal en la República de Panamá y se dictan otras disposiciones”. En estas leyes y normas se establece la diferencia de poda, desmoche, tala, trasplante, etc. Las leyes y normas existen, lo importante es que se conozcan y se cumplan.
Los árboles son seres vivos que germinan, crecen, reproducen y si se protegen bien, después de cientos de años, mueren. Por lo cual requieren el cuidado como cualquier ciudadano dentro del Estado panameño, según lo establece la Ley 287 “Que reconoce los derechos de la Naturaleza y las obligaciones del Estado relacionadas con estos derechos”.
El día que aceptemos el alma de la naturaleza y sus derechos, tal vez sea muy tarde para reversar los daños.
Sin árboles no hay vida.