El fantasma de la hambruna amenazando a 37 millones de seres humanos en el Gran Cuerno de África, duramente golpeado por la sequía; una tercera parte de Pakistán sumido bajo las aguas a causa de temporales catastróficos; y, por si no fuera suficiente, las peligrosas tensiones geopolíticas alimentadas por la guerra en Ucrania, los constantes aumentos en el precio de la energía y de los alimentos, y el creciente costo de la vida a nivel global. Estos son algunos de los eventos que han servido de preámbulo a la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), la cumbre de la ONU que inicia hoy domingo en Egipto.
Según dispone la misma Organización de las Naciones Unidas, en esta sesión de apertura debe acordarse un tema de la agenda; y muchos grupos de activistas y expertos coinciden en que el mismo, sin duda alguna, tiene que ser el de “pérdidas y daños”. Según señalan estos grupos, de no incluirse, las conversaciones fracasarían antes de haber comenzado.
Pérdidas y daños: ¿qué es?
Los gases de efecto invernadero se producen de manera natural y, al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el espacio, hacen de la Tierra un lugar habitable. La supervivencia de los seres humanos y de centenares de millones de otros seres vivos depende de estos gases y de su delicado equilibrio. Sin embargo, después de casi dos siglos y medio de industrialización, de agricultura a gran escala y de la deforestación que ha acompañado a estos procesos, los señalados gases se han incrementado a niveles nunca antes experimentados en los últimos tres millones de años.
Sobre China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón recae la responsabilidad del 62.9 por ciento del total de las emisiones que contaminan al planeta y que han alterado el equilibrio climático impulsando cambios que impactan devastadoramente las infraestructuras físicas y las economías de multitud de países en desarrollo. Rachel Simon, experta del Climate Action Network Europe, pone el dedo en la llaga al acusar que “los países ricos no han cumplido su promesa de apoyar a los países y comunidades vulnerables con cien mil millones anuales para enfrentar el cambio climático”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, por su parte, fue muy claro al subrayar el abismo existente entre los países ricos que causaron la crisis climática y han fracasado en reducir sus emisiones, y los países pobres, que sufren los efectos de la crisis y no cuentan con los recursos necesarios para afrontar los daños asestados por las arremetidas del clima.
El jefe de estrategia política global de Climate Action Network Europe, Harjett Singh, está convencido de que “la prueba del éxito para la COP27 será si responde a los más de 3 mil millones de personas que viven en contextos y países vulnerables al clima”. “Los gobiernos ricos deben participar de manera constructiva para abordar la injusticia actual de las pérdidas y los daños inducidos por el clima comprometiéndose a brindar apoyo a quienes se ven afectados y eliminando gradualmente los combustibles fósiles”.
Es innegable, por tanto, que son las naciones más pobres las que sufren las pérdidas y los daños más graves, a pesar de contribuir menos con el calentamiento global. Por lo tanto, es una cuestión de justicia global poner la responsabilidad de financiación de pérdidas y daños sobre los hombros de quienes más contaminan.
COP27: un breve pantallazo.
Alrededor de 120 líderes mundiales estarán presente en la cita climática que empieza hoy domingo. El recién estrenado primer ministro británico Rishi Sunak, el presidente de Francia Emmanuel Macron y la presidenta de la Comisión Europea se reunirán el lunes y el martes. Mientras que Joe Biden se unirá al evento luego de atender asuntos referentes a las elecciones de medio término que se llevarán a cabo este 8 de noviembre.
Estarán ausentes de la cita Vladimir Putin, de Rusia, Xi Jinping, de China, y Narendra Modi, de India. El rey Carlos III, cuyo interés en el medioambiente es de todos conocido, tampoco acudirá al encuentro en Egipto luego que el Gobierno de Reino Unido le pidiera no asistir aludiendo a que la conferencia de este año carece del “nivel” que han tenido las anteriores.
Las discusiones en esta ocasión girarán en torno a las acciones que tomarán las naciones desarrolladas y las grandes economías emergentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También se concentrarán en el financiamiento climático para los países pobres y, si logra entrar en la agenda, en la controvertida cuestión de las pérdidas y los daños.
El reloj no se detiene.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPPC, por sus siglas en inglés) advierte en su informe “Cambio Climático 2021: Bases físicas” que el calentamiento global se acelera a la vez que se intensifica; y que es una tarea urgente reducir de manera sustancial, rápida y sostenida las emisiones de gases de invernadero. Los cambios en el clima del planeta están afectando todos los rincones del globo y al sistema climático en su conjunto. Muchas de las alteraciones que se están dando no tiene precedentes en los últimos cientos de miles de años y algunos, como el continuo aumento del nivel del mar, no podrán revertirse sino hasta dentro de varios siglos…o milenios.
Rachel Simon, la experta mencionada anteriormente, es radical en cuanto a lo que se espera de esta cumbre. “El mundo está mirando y el reloj corre. Haremos que los gobiernos rindan cuentas en la COP27 para garantizar que vayan por el camino correcto”, señala.
“Esta es la COP donde los contaminadores deben ser puestos en el banquillo y deben rendir cuentas”, concluye, por su parte, Harjett Singh, del Climate Action Network International.
Entonces, ¿por quién doblan las campanas? sería la pregunta pertinente en esta cita en Sharm el-Sheikh.
¡Por toda la humanidad!, sería la única respuesta si el fracaso se instala en Egipto.