Primero fue el plan piloto bautizado como Medicsol, el cual consiste en enviar a los usuarios que no encuentren sus medicamentos en las farmacias de la Caja de Seguro Social, a las farmacias privadas afiliadas donde los recibirán sin desembolso alguno en el momento del despacho. Una solución que, en opinión de muchos, atenta contra las finanzas de la Caja, al quedar la institución pagando medicamentos caros y convertida en otra víctima – como el resto de los panameños- de un mercado dominado por el lucro más brutal donde la norma son los exagerados precios.
Medicsol fue criticado, incluso, por el entonces secretario saliente del partido oficialista, quien señaló que el plan perpetuaba los beneficios oligopólicos y no garantizaba un precio justo de los medicamentos, apuntando además que se prestaría para la corrupción.
El más reciente exabrupto en la gran crisis de medicamentos es el Decreto Ejecutivo No. 17, el cual impone el 30 por ciento de descuento sobre el precio establecido de unos 170 de estos productos. La medida genera el rechazo de la Unión Nacional de Propietarios de Farmacias (Unprofa), que aglutina a unos 450 locales tanto en la ciudad de Panamá como en las distintas cabeceras provinciales.
Ambas medidas, además de la improvisación, desnudan la falta de voluntad de llegar a la raíz del problema y de llevar a cabo los correctivos necesarios para acabar con las distorsiones vigentes en el mercado, las cuales provocan que en el país los medicamentos alcancen precios hasta diez veces más elevados que en los países vecinos. Otra cuenta más que sumar al collar de los fracasos y de las improvisaciones con las que se castiga al país.