Cuando éramos niños, nos daban en la escuela clases de historia, de geografía y de cívica, que era la forma de orientarnos desde pequeños para conocer ¿de dónde surge todo?. Quienes fueron los Presidentes del país, como nació nuestra identidad nacionalista, nuestra independencia, entre muchos otros temas básicos que debe conocer todo ciudadano.
Muchos años después de superada la primaria, ingresamos a la secundaria donde los temas son más profundos y nos llevan a analizar y comprender los acontecimientos transcurridos minuciosamente, permitiendo llegar a conclusiones gracias a la madurez y la base educativa previa que nos lo permitió.
De esta manera conocimos la Relación de Panamá con Estados Unidos, los Tratados Hay-Bunau Varilla del 18 de noviembre de 1903, Tratado Remón-Eisenhower del 25 de enero de 1955, Tratado Torrijos-Carter del 7 de septiembre de 1977, que marcaron el calendario de nuestra historia.
Sumado a esto, a lo largo de los años, nos repiten lo consagrado en el Artículo 2 de nuestra Constitución Nacional “El Poder Público sólo emana del pueblo. Lo ejerce el Estado conforme esta constitución lo establece, por medio de los Órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, los cuales actúan limitada y separadamente, pero en armónica colaboración.”
Pero en la medida en que envejecemos, vemos que aunque nuestra Carta Magna nos traza un camino por el que debemos seguir, de generación en generación. Estos caminos y esa guía o consejo constitucional, no pasa de ser lamentablemente una letra muerta, que es literalmente desconocida por esas personas que deben seguir adelante el Principio que “el poder público emana del pueblo”
Semana tras semana, los hechos escandalosos se repiten. Al punto que nos hacen pensar que estamos leyendo nuevamente la misma noticia y es que se cometen recurrentemente sin que medie consecuencia alguna.
Los que fueron elegidos por un pueblo noble y confiado para gobernar, hacen todo lo menos posible para desempeñar sus cargos con la transparencia requerida que marque un antes y un después de su administración.
Se creó un Código de Ética Uniforme para el Servidor Público, que nadie respeta y todos ignoran, los casos delictivos donde hay funcionarios del Estado vinculados son frecuentes y van en aumento. Ser un Servidor del Estado debe ser una distinción, pero la pregunta es ¿quién los nombró? ¿de dónde salieron? pegó papeleta o grito fuerte para el presidente, diputado, alcalde o representante, en las elecciones pasadas.
Los superiores de estos supuestos hombres de bien, ¿qué han hecho? ¿no vieron lo que pasaba?. Se supone que deben tener un jefe y debe haber controles o es que no existen tales controles y esto funciona a la libre.
¿Por esto votó el pueblo? ¿Para esto los eligió como gobierno? Estoy seguro que no, los eligieron porque creyeron y confiaron en que su desempeño sería distinto y que la riqueza se distribuiría a todos los niveles de la sociedad. Pero nuestra realidad es otra, donde las desigualdades, la aparición de nuevos potentados trasnochados crea una nueva casta social.
El pobre seguirá siendo pobre, esperando que cada dos años le incrementen dos centavos al salario mínimo, le otorguen una beca y una bolsa de comida, o diez bloques para la cerca de su casa. Mientras que la clase media seguirá siendo la que sostiene y pone el costo del sacrificio.
Hasta tanto la población no despierte del sueño inducido, seguiremos teniendo un sistema imperfecto, del cual nos hemos acostumbrado históricamente a vivir con él, y hacer de él nuestra forma de vida.