El «juega vivo» cabalga de nuevo

El “juega vivo” es la denominación con la que, en el argot popular, se pretende disfrazar lo que no es otra cosa que el deseo desmedido de obtener un beneficio inmediato o el de evitar asumir las responsabilidades que acarrean los actos cometidos.

Es un barniz con el que se cree teñir de ingenio o rapidez de pensamiento lo que no es sino una lamentable inclinación a la cotidiana corrupción y un manifiesto desprecio a las normas legales vigentes.

Como ciertas drogas calificadas de blandas, cuyo peligro radica en conducir a otras más adictivas y peligrosas para quien las consume; también el “juega vivo” generalizado, ese que ya muchos señalan como un gen del carácter nacional, termina por gangrenar el entramado social replicando el mal comportamiento en todos los niveles de la vida comunitaria.

En las ciencias sociales la “masa crítica” es la cantidad mínima de personas que se requieren para que se concrete un fenómeno particular.

A partir del momento en que se alcanza esa cifra, dicho fenómeno adquiere una dinámica propia con la que crece y se sostiene en el tiempo.

Y si esa cifra se mantiene igual o aumenta, no se puede esperar nada distinto a lo que domina la realidad latinoamericana: corrupción, atracos, violencia, descomposición institucional, descontento, populismo…

Dentro de nuestras fronteras hoy destacan-entre muchos- dos hechos que advierten que la masa crítica causante de la debacle que amenaza a la nación alcanza dimensiones preocupantes.

El primero, la aprehensión de un grupo de personas dedicado a robar medicamentos e insumos de la Caja de Seguro Social, la institución que afronta la debacle financiera mientras los asegurados ven amenazada su salud a causa de la endémica escasez de medicinas.

Entre los capturados figuran cuatro funcionarios de la institución y uno del Instituto Oncológico Nacional. Una particular red de mini supermercados, farmacias y clínicas particulares lucraba comprando lo robado.

En otro caso, a un jinete panameño le aplican una suspensión de 10 años por aplicarle electricidad al caballo con el que ganó una carrera a inicios de septiembre.

Además de una multa y la revocatoria permanente de su matrícula como jinete, el mismo no podrá acceder a ningún escenario hípico bajo jurisdicción de la Comisión de Carreras de New Jersey. ¡Ni siquiera como espectador!

Dos casos que, sin ninguna duda, podemos señalar como consecuencias del largo proceso de maduración e instauración del “juega vivo” en el colectivo nacional.

Necesitamos cambiar; es una perogrullada, es cierto, pero no por ello carente de valor. Y que quede claro que los países no cambian, porque los países son la suma de sus ciudadanos: son los ciudadanos los que tienen que cambiar para que un nuevo país se haga realidad. Ha llegado la hora de asumir responsabilidades e iniciar ese cambio. Mañana es tarde.

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