Las finanzas personales son una herramienta poderosa para la estabilidad financiera y por ende una vía para lograr y establecer la calidad de vida que todos anhelamos. Sin embargo, en los países con baja literatura sobre las finanzas y su administración personal, se tiende a cometer el error de confundir la materia como un tema de presupuesto, ahorro y que finiquita con el pago de obligaciones corrientes.
Primero que todo, las finanzas personales son un proceso que como tal requiere de un seguimiento y trabajo continúo que no termina en un período de meses o un plan general plasmado. Segundo, están compuestas por un compendio de temas diversos que impactan significativamente en las diversas etapas de nuestra vida. Entre estos la administración de flujo de efectivo, desarrollo profesional, organización fiscal, determinación patrimonial, proyección al retiro, coberturas de riesgo, y el establecimiento de vínculos de inversión. Y de cada uno de estos temas emanan otros específicos, los cuales tienden a variar de persona a persona.
Por ejemplo, en el caso de un profesional independiente las áreas a analizar, así como los temas que se extiendan de cada una de éstas, serán distintas a las de una persona que percibe sus ingresos como colaborador de una entidad privada o pública. O en el caso de una pareja sin hijos, el análisis, -así como las recomendaciones y acciones- varían al de una familia de padres con hijos.
Para ilustrarnos, revoquémonos al caso del independiente cuyos ingresos dependen solemnemente de su emprendimiento. Este es un perfil en el cual no se le puede orientar solo sobre la administración de su flujo de efectivo personal mediante un presupuesto detallado, en que se le exija que realice una estrategia de disminución de gastos para localizar los excesos de recursos en la amortización de las obligaciones corrientes. En este perfil se torna imperativo la necesidad de incluir la asesoría en planeación de negocios, ya que sus ingresos dependen meramente de los recursos que genere de su actividad profesional. A partir de ello, se extendería la asesoría a la administración de flujo de efectivo de negocios. Y aquí no nos limitaríamos, ya que otros temas como la organización fiscal, cobertura de riesgos e incluso la planeación patrimonial, serían parte del establecimiento del éxito profesional.
La forma en que se habla sobre las finanzas personales en América Latina se basa en la práctica de los países anglosajones, zonas geográficas donde la materia ha sido desarrollada e implementada, a partir de los años 1970. Y esto podría estar incidiendo de forma negativa en cómo se inculca en nuestra región. A manera de ilustración, las exigencias de los asesores por la constitución inmediata de un fondo de emergencia no es lo mismo que aconsejar sobre formar un fondo eventualmente mientras se avanza en otros temas de igual o mayor relevancia. En este contexto, se termina por desviar al individuo del objetivo máximo de la planeación, el cual debe ser orientar en el uso eficiente de los recursos disponibles para crear estabilidad a la vez que se trabaja en optimizar la calidad de vida sin caer en las privaciones. Tal como lo delimita la definición que otorga El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) al bienestar financiero como “un estado en el que una persona puede satisfacer plenamente sus obligaciones financieras actuales y futuras, puede sentirse seguro de su futuro financiero y puede tomar decisiones que le permitan disfrutar de la vida”.
Dicho esto, queda claro que el desarrollo de capacidades financieras, optimización del conocimiento como de las habilidades y actitudes en torno a la materia son trascendentales para descubrir el secreto de la organización financiera personal exitosa del individuo o de la familia.
La autora es columnista financiero, consultora en finanzas corporativas y personales. Fundadora de LFG.