La propagación del COVID – 19 y sus efectos sanitarios, sociales, políticos y económicos en Panamá y alrededor del mundo, ha representado pérdidas de vidas humanas muy lamentables y perjuicios emocionales que son difíciles de cuantificar. La pandemia ha creado un panorama negativo y el Fondo Monetario Internacional a mediados de octubre presentó una actualización de las proyecciones del cambio anual del producto interno bruto (PIB) real para el 2020 de países como: Estados Unidos de América de -4.2%, Alemania -5.9% y Reino Unido -9.7%. A su vez, anunció las actualizaciones para países de América Latina y el Caribe como: Chile de -6.0%, Colombia -8.1% y Panamá -8.9%.
Profundizando en las implicaciones económicas para Panamá, el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral ha indicado que la tasa de desempleo será alrededor del 25% a finales del 2020, aproximadamente entre 530 000 personas. Por su parte, el Banco Mundial ha expresado que existe un riesgo significativo de un aumento de la pobreza de dos dígitos porcentuales en la región Latinoamericana.
Esta situación económica ha requerido que los gobiernos prioricen políticas para la preservación de vidas y el bienestar económico, para luego enfocarse en el desarrollo de políticas de reactivación, recuperación y reestructuración económica. Los gobiernos deben considerar sus restricciones institucionales, que limitan su operación, y considerar el espacio fiscal disponible debido a los altos niveles de deuda bruta sobre PIB actuales, como menciona el Banco Interamericano de Desarrollo (Pineda et al.).
Siguiendo esta línea de pensamiento, estas políticas requieren gastos gubernamentales que tengan los mayores multiplicadores fiscales posibles y que sean particularmente intensivos en mano de obra. Los paquetes de recuperación deben estar orientados en una visión con objetivos estructurales de largo plazo, si deseamos “reconstruir mejor”, en el sentido de mejorar las condiciones sociales, como pobreza e inequidad, y ambientales en relación con los niveles previos a la pandemia. En términos generales, debemos procurar tener una recuperación más ecológica y menos intensiva en carbono y que en su diseño contemple el cambio climático (Cárdenas & Ayala).
Para el desarrollo de estas políticas económicas, en regiones como la Unión Europea y el Reino Unido, y países como Corea del Sur, Nueva Zelanda, Chile y Colombia, se han contemplado mecanismos que promueven la recuperación y creación de negocios vinculados con los objetivos de sostenibilidad ambiental de largo plazo, que reduzca a lo largo del tiempo la emisión de gases de efecto invernadero, como es el CO2 y los contaminantes locales.
Estos mecanismos de mitigación y adaptación ambiental brindarán a Panamá una mayor oportunidad de estructurar una economía baja en carbono, más eficiente, resiliente y productiva a lo largo del tiempo, y con menores efectos nocivos provenientes de la contaminación. Adicional, reducirían futuros riesgos financieros y económicos relacionados a los efectos del cambio climático, manteniendo nuestra competitividad en la región.
La implementación de estas iniciativas debe ser diseñada dentro de un plan de acción que logre una mayor efectividad de manera oportuna e inteligente. En lo anterior, se deben incorporar las siguientes medidas: desarrollar un amplio programa de mejoramiento de edificaciones públicas y privadas que incluya medidas pasivas de eficiencia energética; ejecutar una política para la compra de energía renovable no convencional por parte de los grandes consumidores gubernamentales de electricidad, como solar y eólica, que considere la construcción de nuevas centrales de generación; desarrollar programas para la rehabilitación de áreas verdes en las ciudades del país, y construir y rehabilitar espacios públicos para peatones y bicicletas. Todas estas medidas aprovecharán la disponibilidad de capital humano local calificado.
De manera complementaria, la promulgación de nuevos esquemas regulatorios y de incentivos para el desarrollo de nuevos mercados como la incorporación de la movilidad eléctrica, promovería el desarrollo de estaciones de carga para estos vehículos. En adición, la incorporación de nuevos sistemas de autoconsumo de electricidad basados en fuentes renovables, como la energía solar, que es intensiva en mano de obra.
Debo recalcar, que la Agencia Internacional de Energía y estudios realizados por la Universidad de Oxford, entre muchos otros, han identificado el impacto positivo de estas acciones en la generación de una mayor cantidad de empleos de calidad en comparación con inversiones tradicionales. Se debe tener en cuenta que los efectos del cambio climático son inminentes, por lo que estamos en la obligación de establecer la hoja de ruta e implementar acciones para mitigar efectivamente estos riesgos y prepararnos para las futuras implicaciones en el país.