En Panamá, la atención sobre la pandemia económica ocasionada por la Covid-19 se ha centrado en el aumento del desempleo a corto plazo, -que según las autoridades rondará 25% este año-, y sus repercusiones sociales. Uno de cada cuatro panameños (as) que busca empleo no lo encontrará y teniendo en cuenta una población económicamente activa de 2.2 millones, al final del año habrá 550 mil desempleados en el país, es decir 404 mil personas más que las 146 mil que había en 2019.
En este contexto, el Foro Económico Mundial acaba de publicar su Informe “El futuro de los empleos 2020”, en el cual plantea el panorama laboral post Covid-19, con claras tendencias que amenazan con ampliar las brechas en los niveles de competitividad entre la economía panameña y las del resto del mundo.
Simultáneamente, la fundación FUNCAS estrenó New Jobs, un documental que aborda la transformación del mercado laboral como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos. Muchas de las profesiones que conocemos van a desaparecer y mañana surgirán otras nuevas que hoy no concebimos. Las barreras entre tecnología y humanidades, entre robotización y trato personal se difuminan, lo que exige revisar la preparación y las capacidades que se demandarán en el futuro.
FUNCAS es un Think Tank dedicado a la investigación económica y social y a su divulgación, promoviendo la interacción entre la esfera académica y la economía real. Forma parte de la obra social de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA).
La tecnología amenaza con incrementar la desigualdad social en Panamá, el sexto país más desigual del mundo, así como acelerar la pérdida de competitividad de nuestra economía debido a debilidades relacionadas a la educación y el mercado laboral. El futuro del empleo es digital, por lo que la educación jugará un papel clave.
La automatización y la recesión ocasionada por la Covid-19 están creando un escenario de «doble irrupción» para los trabajadores. Además del impacto actual de la pandemia, el colapso del consumo, la masiva pérdida de empleos y la adopción de tecnología por parte de las empresas, estarán transformando tareas, trabajos y habilidades para el año 2025.
Este escenario representa un extraordinario reto para Panamá, cuya fuerza laboral se ha estado envejeciendo pero no profesionalizando. A pesar de una inversión de más de $15.5 mil millones en educación y formación laboral durante la última década por parte del Estado, la edad promedio en los nuevos empleos aumentó 8.2 años, de 45.1 (2004-2009) a 53.3 años (entre 2014 y 2019), pero el nivel de instrucción formal de los trabajadores apenas aumentó tres meses, de 12.9 años aprobados (2004-2009) a 13.2 (entre 2014 y 2019). Más aún, los jóvenes de 15 a 29 años, que hace 10 años obtenían uno de cada cuatro nuevos empleos, a partir de 2009 obtuvieron uno de cada 12, y el año pasado (2018-2019) apenas uno de 27.
Con una deserción escolar de 63% en Educación Premedia y Media, el cambio en el perfil de expansión económica hacia sectores que requieren mayor escolaridad y siendo el país latinoamericano con la mayor proporción de adolescentes que ve la educación como una “pérdida de tiempo”, la transformación humana hacia la economía del conocimiento amenaza con expandir la brecha y conflictividad social, a menos que establezcamos una estrategia de inclusión productiva para nuestros jóvenes, a través del desarrollo de competencias digitales. El futuro del trabajo ya llegó.
El autor es asesor empresarial.