Treinta y cinco países del hemisferio occidental adoptaron el Plan de acción sobre la prevención y el control del cáncer cervicouterino 2018-2030, en el 56º Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que tiene lugar hasta hoy en Washington, Estados Unidos.
“Ninguna mujer debería morir por un cáncer que podemos prevenir, detectar y tratar, si se diagnostica a tiempo”, afirmó la directora de la OPS, Carissa F. Etienne. “Reducir la carga del cáncer cervicouterino es posible y el plan aprobado es una expresión de la voluntad de los países para hacerlo”, agregó.
El cáncer es la segunda causa de muerte en América. En 11 países, el de cuello uterino es la principal razón de mortalidad por cáncer entre las mujeres y en 12 países es la segunda. Se estima que, cada año, unas 83 mil 200 mujeres son diagnosticadas y 35 mil 680 mujeres mueren por esta enfermedad en la región, el 52% de ellas antes de los 60 años.
Al adoptar el plan de acción, los países acordaron mejorar la efectividad y organización de los programas de cáncer de cuello uterino y sus sistemas de información y registro, así como fortalecer la prevención primaria con la vacuna contra el VPH y campañas de información y educación. También, se comprometieron a mejorar el tamizaje del cáncer cervicouterino y el tratamiento de las lesiones precancerosas a través de estrategias innovadoras. Además, buscarán mejorar el acceso a los servicios de diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y cuidados paliativos del cáncer.
La inequidad en el acceso a la prevención, diagnóstico y tratamiento constituye uno de los desafíos a superar. El cáncer cervicouterino afecta más a las mujeres indígenas, afrodescendientes y a aquellas que viven en áreas menos desarrolladas, así como a las que tienen menor nivel socioeconómico, educación e ingresos.
Para reducir la carga de este cáncer, el plan establece la meta de vacunar contra el virus del papiloma humano (VPH) a más del 80% de las niñas de entre 9 y 14 años, según la población objetivo de cada país. También plantea alcanzar con pruebas de detección al menos al 70% de las mujeres de 30 a 49 años, y con el tratamiento de lesiones precancerosas a todas las mujeres que lo necesiten.
“Sólo con la participación de las comunidades y la realización de programas de vacunación contra el VPH a gran escala, además de servicios de tamizaje del cáncer cervicouterino accesibles a todas las mujeres, en todas partes, podremos acelerar los logros, prevenir nuevos casos y salvar vidas”, afirmó Anslem Hennis, director del Departamento de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la OPS/OMS.
La vacuna contra el VPH se comenzó a introducir en los programas nacionales de inmunización de la región en 2006. Actualmente, 35 países y territorios de la región incluyen esta vacuna. Sin embargo, el promedio de cobertura con las dos dosis varía entre los países y, en general, es inferior al ideal para lograr su máxima efectividad.
El tamizaje del cáncer cervicouterino está disponible en casi todos los países de la región. La prueba de Papanicolaou sigue siendo la más común. Sin embargo, la prueba de VPH, que es más efectiva, solo ha sido incorporada en nueve países. Ampliar su uso puede mejorar la cobertura y llegar a las 32 millones de mujeres que necesitan realizarse un examen.
El plan establece que la detección por sí sola no es suficiente para prevenir el cáncer de cuello uterino. Se requiere seguimiento y tratamiento a las mujeres que lo necesitan. Sin embargo, existen brechas para acceder a esos servicios. Otro desafío que el plan busca superar es el acceso limitado a los cuidados paliativos, algo que solo informan que ofrecen 10 países de la región.