La situación mundial es alarmante: 2,000 millones de personas carecen de acceso a agua potable segura, lo que representa aproximadamente el 26% de la población global. Esta situación podría agravarse, ya que se prevé que hasta3,000 millones experimenten escasez de agua al menos un mes al año en las próximas décadas. Se estima, además, que para el 2030, la crisis del agua provoque el desplazamiento de unos 700 millones de personas.
Panamá enfrenta una crisis silenciosa pero potencialmente devastadora: la grave crisis del suministro de agua potable. Este problema, junto con la crisis de la Caja de Seguro Social, amenaza con sacudir los cimientos de nuestra estabilidad social en un futuro no muy lejano.
En Panamá, la crisis hídrica se manifiesta de manera aguda en la capital, donde la planta Federico Guardia Conte en Chilibre, crucial para el abastecimiento, sufre interrupciones frecuentes. Estos problemas reflejan décadas de infraestructura inadecuada y mantenimiento insuficiente. La dependencia excesiva de una sola planta potabilizadora pone en evidencia la fragilidad de nuestro sistema de suministro.
La crisis del agua, al igual que la de la Caja de Seguro Social, debe ser declarada de alta prioridad nacional. Ambas tienen el potencial de comprometer la estabilidad social del país si no se abordan con urgencia y eficacia. Es imperativo que el gobierno y la sociedad civil se unan para implementar soluciones sostenibles. Necesitamos inversiones significativas en infraestructura, mejor gestión de recursos y una planificación a largo plazo que garantice el acceso equitativo al agua potable para todos los panameños.
El agua es vida, y su escasez es una amenaza para nuestro futuro. Actuemos ahora, antes de que sea demasiado tarde.