Este martes 10 de septiembre de 2024, la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump se enfrentaron en un debate presidencial histórico en Filadelfia. El encuentro, el primero entre ambos candidatos, se caracterizó por su intensidad y por la exposición de visiones diametralmente opuestas sobre el futuro de Estados Unidos.
El debate, que tuvo lugar en un pequeño anfiteatro sin público presente, abarcó temas cruciales como la economía, la inmigración, el aborto y el estado de la democracia estadounidense. Desde el principio, quedó claro que ambos candidatos llegaban con estrategias bien definidas: Harris, preparada para confrontar y desafiar a Trump, y el expresidente, decidido a vincular a su oponente con las políticas de la administración Biden.
Aborto: el tema candente de la campaña
El aborto emergió como uno de los temas más controvertidos del debate. Harris responsabilizó a Trump por la derogación de Roe v. Wade, afirmando que sus nombramientos en la Corte Suprema llevaron a la pérdida del derecho federal al aborto. La vicepresidenta prometió firmar una ley que restableciera estos derechos si fuera elegida.
Trump, por su parte, celebró la decisión de la Corte Suprema, pero negó que buscaría una prohibición nacional del aborto, afirmando que dejaría el asunto en manos de los estados. Sin embargo, sus comentarios sobre supuestas prácticas extremas en estados demócratas fueron rápidamente desmentidos por los moderadores.
El debate reflejó la creciente importancia del aborto como tema electoral, con Harris apelando a la mayoría de estadounidenses que apoyan el derecho a decidir, mientras Trump intenta mantener el equilibrio entre su base conservadora y los votantes moderados.
Economía e inmigración
En materia económica, Harris prometió recortes de impuestos dirigidos a la clase media y pequeñas empresas, mientras criticaba los planes de Trump de imponer aranceles amplios, calificándolos como un «impuesto a las ventas» que pagarían los estadounidenses.
La inmigración fue otro punto de fricción, con Trump haciendo afirmaciones controvertidas sobre los inmigrantes que Harris calificó de «extremas». La vicepresidenta defendió las políticas de la administración Biden, mientras Trump la acusó de no haber abordado eficazmente las causas fundamentales de la migración ilegal durante su mandato.
La sombra de 2020 y el futuro de la democracia
El debate del 6 de enero y las afirmaciones de Trump sobre las elecciones de 2020 fueron temas recurrentes. Harris recordó la derrota electoral de Trump y lo acusó de tener dificultades para aceptarla, mientras que el expresidente persistió en negar su derrota.
La vicepresidenta apeló a los republicanos e independientes descontentos con el estilo de Trump, invitándolos a unirse a su campaña para «defender al país, la democracia y el estado de derecho». Trump, por su parte, insistió en su visión de una América en declive que necesita ser «recuperada».
Estilos de debate contrastantes
El debate reveló estilos marcadamente diferentes. Harris se mostró agresiva y bien preparada, intentando provocar a Trump y cuestionando su idoneidad para el cargo. Utilizó el lenguaje corporal y las expresiones faciales para desafiar a su oponente, sonriendo o riendo ante algunas de sus afirmaciones más polémicas.
Trump, por su lado, recurrió a ataques personales y digresiones, llamando a Harris «marxista» y cuestionando su autenticidad. El expresidente se mostró a la defensiva en varios momentos, especialmente cuando Harris lo acusó de ser una «vergüenza» ante líderes extranjeros.
La ausencia de público en el debate contribuyó a crear un ambiente íntimo y tenso, con los candidatos a menos de tres metros de distancia. Esta proximidad intensificó los intercambios, que a menudo rozaron lo personal.
En conclusión, el debate entre Harris y Trump no solo expuso las profundas divisiones políticas en Estados Unidos, sino que también ofreció a los votantes una clara elección entre dos visiones muy diferentes para el futuro del país. Con menos de dos meses para las elecciones, este encuentro podría tener un impacto significativo en la carrera presidencial, especialmente entre los votantes indecisos. La efectividad de las estrategias de cada candidato y la resonancia de sus mensajes con el electorado se pondrán a prueba en las urnas el 5 de noviembre.