Termina la fiesta deportiva. Chao París, bienvenido Los Ángeles

Con el atleta francés León Marchard apagando la llama que ardió por más de 20 días, los Juegos Olímpicos 2024 fueron oficialmente clausurados en París, Francia, en uno de los eventos que con mayor avidez fue seguido en el mundo, y uno de los más polémicos de la historia.

Panamá tuvo una representación destacada, con la medalla de plata de la boxeadora Atheyna Bylon en la categoría de los 75 kilos, además de la actuación de Arturo Deliser y Gianna Woodruf en atletismo, Kristine Jiménez en judo, Franklin Archibold en ciclismo, Tyler Christianson y Emily Santos en natación y la gimnasta Hillary Heron.

Bylon logró una serie de marcas importantes para el deporte panameño y de la región centroamericana; su medalla es la cuarta que obtiene el deporte panameño en unos Juegos Olímpicos, además de ser la primera mujer de nuestro país en colgarse un metal a este nivel. Bylon también es la primera mujer centroamericana en ganar una medalla en el boxeo olímpico.

Fuera del aspecto competitivo, la presidenta del Comité Olímpico de Panamá, Damaris Young, se convirtió en la primera mujer panameña en formar parte del Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Internacional (COI), mientras que el árbitro de baloncesto, Julio Anaya Freile, se convirtió en el primer silbante panameño en oficiar un partido por la medalla de oro olímpica, en el choque entre Estados Unidos y Francia. Fue, además uno de los tres árbitros latinoamericanos que fueron escogidos para trabajar en partidos del torneo masculino y femenino del baloncesto de París 2024.

Pero fuera de la actuación de los atletas panameños, los Juegos de París 2024 serán recordados por eventos trascendentales, algunos llegando a un punto de ebullición sin precedentes en la historia de estas competencias.

Uno de ellos, el már relevante, devolvió al tapete de discusiones aquello de la «inclusión competitiva», defendida por quienes sostienen que debe abrirse el compás en la cuestión de «géneros» en todas las competencias en las que se pueda.

El boxeo femenino dejó a un lado en plano competitivo, para sumergirse en lo que fue llamado «una guerra cultural», que tuvo su punto máximo al momento en donde dos atletas inscritas como mujeres fueron señaladas como «mujeres transformadas», o lo que otros señalaron, «nacidas hombres y convertidas en mujeres».

La argelina Imane Khelif y la taiwanesa Li Yu-ting fueron el centro de una de las más agresivas y controversiales participaciones en la historia olímpica. El año pasado, ambas fueron descalificadas en el campeonato mundial de boxeo femenino por la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA), por no haber superado las pruebas de género (se les consideró hombres transformados).

Ambas, sin embargo, recibieron el beneplácito del COI y compitieron en París 2024, ganando todos sus combates y sus respectivas medallas de oro. La controversia persiste, y de seguro durará posiblemente hasta la llegada de la próxima olímpiada en los juegos de Los Ángeles en 2028.

A esto, se unió la insalubridad en el río Sena, que retrasó las competencias de aguas abiertas; también la participación del velocista estadounidense Noah Lyles, quien corrió las final de los 200 metros planos con un cuadro de covid-19 positivo, lo que ha hecho estallar a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que exige una prolija investigación del hecho.

Más allá de estas controversias, los Juegos Olímpicos París 2024 han terminado con un sabor de boca bastante agradable. Un importante número de países como Bothswana, ganaron una medalla olímpica por primera vez en su historia. Otros, como el equipo olímpico de refugiados, consiguió la medalla de bronce en boxeo femenino.

Chao París, gracias por todo lo que le diste al mundo deportivo, bueno, malo, polémico, apoteósico… le damos la bienvenida al nuevo ciclo olímpico, que ha de culminar con los Juegos Olímpicos en Los Ángeles, Estados Unidos, en el año 2028.

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