Los recurrentes problemas en la potabilizadora de Chilibre no son solo fallas técnicas aisladas; son síntomas de una crisis de agua que se agrava cada día en la ciudad de Panamá y el resto del país. Este problema amenaza con convertirse en un potencial foco de disturbios sociales. La incapacidad de las autoridades para garantizar un suministro de agua estable y seguro está poniendo a prueba la paciencia de la ciudadanía, que se enfrenta cada vez más a la realidad de grifos secos y promesas vacías.
Más de un millón de habitantes se despertaron hoy sin agua, afectando su rutina diaria y su capacidad para trabajar y asistir a la escuela. Estos problemas, justificados por el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) como un “evento en la red eléctrica”, revelan la fragilidad de un sistema totalmente obsoleto. Pero la verdadera preocupación radica en lo que esta situación augura: un escenario donde la escasez de agua, un recurso vital, podría desencadenar tensiones sociales de gran magnitud.
La historia global reciente nos ha mostrado que la falta de agua puede ser el detonante de conflictos, y Panamá no es la excepción. El país debe abordar esta crisis con urgencia antes de que la paciencia ciudadana se agote y la frustración desemboque en explosiones de descontento social de consecuencias impredecibles.