Abrir la puerta para luego cerrarla

Malcolm Gladwell escribió “The Tipping Point”, “Blink”, “Outliers”, “Talk to Strangers”, entre otros libros y describió en un podcast hace unos años atrás cómo el sistema se encarga- frente a la discriminación racial, religiosa, étnica o de genero- de crear mecanismos para revelar una sensación de apertura e igualdad cuando en realidad le abre la puerta a una persona y luego la vuelve a cerrar. El tokenismo es una práctica hegemónica de países u organizaciones que incluyen y dan participación a algunos individuos de minorías o de grupos raciales étnicos, religiosos o de género, pero de manera simbólica y superficial con la finalidad de desviar o refutar las acusaciones de discriminación sobre ellas.

En nuestro singular país del cual nos vanagloriamos por ser un crisol de razas, no nos percatamos de cuan cruel y perjudicial es esa práctica consuetudinaria. Solo nos percatamos cuando se despliega en todo su esplendor cual pavo real y contra esa falsa percepción creada de igualdad racial, étnica, religiosa o de género.  

Quizás con todos estos nombramientos del nuevo gobierno, a cuentagotas, nos alerta de quienes entran a regir los destinos del país. El poder de la casta dominante se refleja en todo su esplendor con esos pequeños retazos simbólicos pretendiendo reafirmar nuestro crisol de razas.

Hace unos días unos abogados litigantes manifestaban la práctica ya usual en la composición de la Corte Suprema de Justicia de incluir un negro como magistrado. No me había percatado de esta realidad hasta que el nuevo gobierno y sus nombramientos empezaron a tocar algunas fibras muy escondidas de mi ser.  El mundo panameño no es como me lo creía.

Ese tokenismo también se incorporó al nuevo Gabinete. Y por los vientos todo parece indicar una estrategia de poder destinada a complacer a las castas hegemónicas con quien se encuentra recluido en la embajada de un país vecino y hacer las paces correspondientes. No es inusual que por las redes de twitter, el afectado haya señalado cómo ahora sus “haters” son sus followers y requería nuevos haters.      Su referencia no pudo ser más explícita. Entregarle los mejores retazos del poder político a miembros de las castas dominantes alivia la presión y mejora las probabilidades de incidir en el nuevo gobierno sin mayores contratiempos. Igualmente, baja la tensión sobre cualquier medida para liberarlo de sus actuales restricciones.

En la década de los veinte del siglo pasado, nuestro ilustre prócer Eusebio Morales, luego de un viaje a los Estados Unidos, llegó bastante disgustado, pues los americanos señalaban a Panamá como un país de negros. Las políticas migratorias se fueron recrudeciendo bajo el prisma del emblanquecimiento de la raza en Panamá. Inclusive por allí se editó una obra titulada “El Peligro antillano en la América Central” del autor Olmedo Alfaro cuyo contenido no ha llegado todavía a mis manos. Nuestro país gira como un péndulo desconociendo como país republicano y democrático su crisol. Por un lado, el tokenismo: te abro un espacio y luego lo cierro. Por el otro, te abro espacios, pero no tendrás nunca el control. No se si me explico. 

Hay muchas posiciones sin mucha relevancia.  Esas no importa quien las ocupe. Pero las relevantes están reservadas.

Nada de lo aquí expresado es muy científico. Ni es un ensayo: es solo pensando. 

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