La incapacidad de la ciudadanía panameña de sobreponerse a sus diferencias ha sumido al país en una peligrosa polarización que pone en jaque su futuro. Las divisiones políticas, sociales y económicas se han profundizado en los últimos años, generando un ambiente de constante confrontación que ha minado la cohesión social y la institucionalidad democrática. Esta polarización está obstaculizando el diálogo, dificultando la implementación de políticas públicas efectivas y erosionando la estabilidad del país.
Las dañinas consecuencias de esta fragmentación son evidentes. La corrupción ha ganado terreno, al tiempo que los problemas estructurales, como la desigualdad y los pésimos servicios básicos, se han exacerbado. La polarización ha fomentado el clientelismo y ha desviado la atención de la clase política de las verdaderas necesidades de la ciudadanía. Además, la incapacidad de encontrar consensos ha impedido la creación de un plan de desarrollo nacional coherente y sostenible.
Es imperativo que los panameños reconozcan la urgencia de buscar puntos de coincidencia que permitan al país sobreponerse a esta crisis. Solo a través del diálogo y la cooperación se podrá aspirar a construir un futuro donde el desarrollo y la prosperidad sean posibles para todos. Panamá necesita un pacto social inclusivo que trascienda intereses partidistas y promueva el bienestar común. El futuro nacional depende de la unidad de su gente, quienes, con un esfuerzo conjunto, deben trazar el camino hacia un país más justo y equitativo.