El agua estancada

El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), responsable del vital servicio de suministro de agua potable en Panamá, enfrenta una ineficiencia estructural que afecta gravemente a sus usuarios. La información revelada sobre el funcionamiento de sus plantas potabilizadoras es alarmante: de las 23 existentes, solo cuatro operan al 100% de su capacidad. Este dato es un claro indicativo de que la excelencia y la eficiencia no son prioridades para la gestión actual del IDAAN.

El hecho de que la planta de Chilibre, que abastece a importantes distritos como Panamá y San Miguelito, funcione apenas al 90% debido a fluctuaciones eléctricas, y no como consecuencia de un desastre natural o imprevisto mayor, subraya la falta de preparación y adaptabilidad de la institución. Esta situación genera interrupciones en el servicio que afectan a miles de ciudadanos, especialmente en zonas altas y alejadas de la red, exacerbando las desigualdades en el acceso al agua potable.

Además, la crítica operación de las plantas de Cabra 1 y Cabra 2, con un funcionamiento de solo 20% y 35% respectivamente, junto con la planta de Chepo que está completamente fuera de operaciones, son reflejo de problemas subyacentes como el mantenimiento deficiente y la gestión inadecuada de recursos. Estas deficiencias apuntan a una falta de inversión en infraestructura y en la modernización necesaria para enfrentar retos como los niveles fluctuantes de los ríos y las fallas en las estaciones de bombeo.

La situación del IDAAN no solo evidencia una crisis en la administración de recursos hídricos vitales, sino que también destaca la urgente necesidad de reformas integrales que prioricen la eficiencia y la sustentabilidad. La población panameña merece un servicio que garantice el acceso continuo y seguro al agua potable, y es imperativo que el IDAAN realice los cambios necesarios para cumplir con esta fundamental obligación.

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