Quinientos mil empleos

Escuché a uno de los candidatos a presidente señalar que creará 500,000 nuevos empleos. Hemos llegado en los torneos electorales a fantasear un poco para vender falsas ilusiones.

Si hay presión por puestos públicos tengan la plena seguridad esto se debe a la falta de empleos en el sector privado. Ese abultamiento de la planilla estatal se produce cuando el electorado cifra su suerte a la elección de sus candidatos. El puesto público es la recompensa ante la falta de otra opción de encontrar un empleo digno en la esfera privada.

Esta tesis posiblemente muchos no la comparten. Pero de algo si estoy claro: es totalmente falsa la premisa que el panameño es flojo y quiere una chamba en el gobierno para pasarla bien sin mucho esfuerzo. Es indigno calificar al panameño de esa forma ante la escasez de empleos en el país.

En mi opinión confrontamos un problema serio de falta de empleos por falta de empresarios. Carecemos de emprendedores en un país donde la naturaleza nos lo ha otorgado todo. Y esa falta la queremos suplir hoy en día con importar empresarios del exterior. Es decir, siempre es el llamado a la inversión extranjera para producir empleos. ¿Y dónde estamos los panameños para capitalizar lo que natura nos ha otorgado?

Ir en busca de empleos en el sector público es más un tema de necesidad a un tema de desgreño administrativo. No sabemos en realidad orientar al país hacia la inversión y la generación de empleos. Tampoco hacia el emprendimiento nacional.

Si esos 500,000 empleos dependen de la inversión extranjera nuestras expectativas son mínimas. Recientemente el país se abocó a desestimar siete mil empleos directos y cuarenta mil indirectos con el cierre de la única mina en producción. Esto pone en acecho a toda la inversión extranjera sobre las oportunidades y ventajas de invertir en Panamá luego de la experiencia de una empresa que enterró diez mil millones en nuestro suelo patrio y hoy está en el juego de la incertidumbre política.

Nuestro modelo de desarrollo económico sigue centralizado en las actividades conexas al Canal de Panamá y a los servicios financieros. Estas actividades no producen el número de empleos necesarios para satisfacer la oferta laboral. Nuestro índice de desigualdad es producto de la falta de una reforma estructural de nuestro modelo de desarrollo económico.

La informalidad crece y no es más que panameños en busca de una alternativa económica de subsistencia antes de poder conseguir un empleo formal. Hoy hay más becados en el exterior y gran parte de los que regresan tienen serias dificultades para encontrar oportunidades profesionales con buenos salarios. Hay opciones para salir del país y por primera vez en muchas décadas los panameños con buena preparación académica están dispuestos a emigrar y buscar oportunidades en el extranjero.

Quien quisiera obviar el tema de la gobernabilidad y la crisis de la democracia sin atender el tema de la falta de oportunidades laborales es invertir la relación de causalidad. Como nación tenemos un problema social crítico y quizás el más importante, y lamentablemente no se escuchan voces de aliento con propuestas claras de como revertir los efectos negativos de esta falencia.

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