La falta de profesionales calificados en ciberseguridad está alcanzando niveles críticos en todo el mundo. Actualmente existen alrededor de 4 millones de vacantes sin cubrir en este campo.
Los países en desarrollo se ven particularmente afectados por esta escasez de talento. De acuerdo a datos de LinkedIn, en 2022 la demanda de empleos en ciberseguridad creció un 76% en Brasil y 55% en Indonesia, muy por encima del promedio global de 35%.
Sin suficientes expertos, los ecosistemas de ciberseguridad no pueden responder adecuadamente a los crecientes incidentes y amenazas. Cada aspecto, desde la respuesta a ataques hasta la protección de infraestructura crítica, depende de contar con profesionales altamente capacitados.
Invertir en el desarrollo de habilidades se vuelve cada vez más prioritario, considerando que el impacto económico de la ciberdelincuencia alcanza los US$6 billones anuales a nivel mundial, según cifras de la Unión Europea.
Recientemente, el Banco Mundial publicó un estudio donde identifica modelos innovadores para acelerar la formación de expertos en ciberseguridad, con base en experiencias de países como Reino Unido, Israel, India y Nigeria.
Entre las estrategias más prometedoras destacan alianzas ágiles entre gobiernos, academia y sector privado, programas enfocados en mujeres y jóvenes, y capacitación de docentes para replicar conocimientos.
Estas iniciativas, impulsadas por las comunidades locales, han demostrado ser escalables y efectivas para cerrar la brecha de habilidades rápidamente. Por ejemplo, en Nigeria la fundación CyberSafe ya capacitó a 1,000 mujeres en ciberseguridad mediante su programa CyberGirls.
Los gobiernos de países en desarrollo tienen la oportunidad de reproducir y expandir este tipo de soluciones, invirtiendo en el capital humano requerido para robustecer la ciberseguridad y generar empleos de calidad.