La demagogia y las promesas vacías son los cantos de sirena que atraviesan nuestras campañas electorales. Al igual que los marineros de la mitología griega, muchos votantes caen rendidos ante esos cantos, a pesar del desastre que históricamente han traído. Hoy, cuando falta poco para nuevas elecciones, debemos estar alertas y no dejarnos seducir por esas peligrosas melodías.
Panamá lleva décadas sumida en una crisis política producida precisamente por la predominancia de esos cantos de sirena en nuestra democracia. Según un informe de Transparencia Internacional de 2022, el 95% de los panameños desconfía de los políticos, mientras que el Banco Mundial ubica a Panamá en el puesto 124 de percepción de corrupción entre 180 países.
Es hora de superar esos males endémicos. Debemos exigir propuestas serias, realistas y comprobables, no promesas grandilocuentes que se desvanecen al día siguiente de las elecciones. No más discursos que buscan exacerbar las pasiones en lugar de apelar a la razón. La retórica hueca ya nos ha hecho demasiado daño. Tampoco podemos dejarnos tentar por cantos de sirena que fomentan la polarización y el enfrentamiento entre panameños. Hoy más que nunca necesitamos unidad, madurez cívica y un genuino interés por construir un mejor país. Debemos crear consensos nacionales en torno a políticas de Estado que trasciendan gobiernos pasajeros y partidos políticos.
El momento actual demanda votantes informados, críticos y exigentes. Ciudadanos que antepongan el bien común a intereses particulares. Solo así lograremos que florezcan las buenas ideas y se marchiten los cantos de sirena. Aún estamos a tiempo de encauzar a Panamá hacia el progreso, pero cada uno de nosotros debe asumir la cuota de responsabilidad que le corresponde. Reflexionemos bien antes de votar.