Las alianzas electorales han sido, desde tiempos inmemoriales, un pilar fundamental en la política democrática. Sin embargo, como en toda acción, el valor de las mismas radica en el contenido y los propósitos que persiguen. En ello radica la diferencia entre una alianza que busca el beneficio de una nación y otra que simplemente satisface intereses particulares.
Según datos del Observatorio Político Internacional (OPI), en los últimos 20 años, un 65 por ciento de las alianzas electorales en América Latina se formaron impulsada por intereses partidarios y reparto de espacios políticos. Estas coaliciones, más preocupadas por el poder que por la ciudadanía, han mostrado una correlación directa con gobiernos menos eficientes y con niveles más bajos de aprobación. Con estos arreglos, más próximos a la complicidad que a otra cosa, la política, en muchos casos, ha sido reducida a un simple intercambio de prebendas, olvidando el propósito fundamental de servir al bien común. Bajo estos parámetros, las alianzas electorales conducen irremediablemente a la corrupción y a la falta de transparencia en la política.
Por otra parte, las alianzas basadas en visiones compartidas y objetivos claros, según los mismos datos, presentan un 40 por ciento más de éxito en sus propuestas legislativas y un mayor grado de satisfacción ciudadana. La razón es simple: cuando la política se ejerce desde la convicción y no desde la conveniencia, los resultados son palpablemente diferentes. Los países que han tenido la fortuna de contar con este tipo de alianzas muestran indicadores sociales, económicos y culturales mucho más saludables.
La evidencia es clara: la formación de alianzas electorales basadas en intereses partidarios y repartos políticos, aunque atractiva para unos pocos oportunistas, resulta perjudicial para la salud democrática de cualquier nación. Es imperativo que se exijan y fomenten coaliciones basadas en visiones compartidas, en sueños de país y en objetivos concretos que apunten al bienestar general. Solo así la democracia será robusta, saludable y al servicio del ciudadano.