A lo largo de las últimas décadas, el tema del trabajo infantil ha sido una preocupación para la sociedad panameña. En años recientes, se han tomado medidas significativas para erradicar esta práctica y proteger los derechos de los niños. Sin embargo, aún enfrentamos desafíos importantes que debemos superar como nación. De acuerdo con informes e instituciones dedicadas al tema, Panamá ha logrado avances significativos en la lucha contra el trabajo infantil, pero la realidad es que todavía hay miles de niños que se ven obligados a trabajar en condiciones peligrosas y explotadoras. Es inaceptable que en pleno siglo XXI, nuestra niñez se vea privada de su infancia y expuesta a situaciones que ponen en riesgo su bienestar físico y emocional. Sobre todo, porque Panamá es signataria de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece claramente que deben ser protegidos de la explotación laboral y tener acceso a la educación y oportunidades para un desarrollo pleno. Ese desarrollo resulta una quimera cuando están abandonados a su propia suerte, procurándose el sustento en las calles y excluidos del sistema escolar.
Es fundamental abordar las causas subyacentes de esta situación en Panamá. La pobreza y la falta de oportunidades educativas son factores que perpetúan esta problemática. Para combatir eficazmente este flagelo, debemos trabajar en conjunto con los sectores público y privado para mejorar las condiciones socioeconómicas de las familias más vulnerables y garantizar que los niños tengan acceso a una educación de calidad. Además, es crucial implementar una legislación sólida y mecanismos de control efectivos para evitar la explotación laboral infantil. Las autoridades deben ser implacables en la aplicación de sanciones a aquellos que violen los derechos de los niños. Asimismo, es fundamental sensibilizar a la población sobre este flagelo y promover una cultura que rechace el trabajo infantil en todas sus formas.
El futuro de Panamá depende de la protección y el desarrollo pleno de nuestra niñez. Como país, debemos comprometernos a erradicar el trabajo infantil y garantizar que cada niño tenga la oportunidad de crecer en un entorno seguro y propicio para su desarrollo. Solo a través del trabajo conjunto y una firme determinación podremos construir una sociedad más justa y equitativa para todos. El reto es grande, pero estamos seguros de que, con voluntad política y la colaboración de todos los sectores de la sociedad, podemos lograrlo. Nuestros niños merecen un futuro lleno de esperanza y oportunidades, y es nuestro deber asegurar que se les brinde la protección y el cuidado que necesitan para alcanzar todo su potencial.