La bomba de agua

Mientras que 2 mil millones de personas no disponen de agua potable, unos mil 400 niños menores de cinco años mueren cada día a causa de enfermedades diarreicas provocadas por la falta de acceso a la misma o por la ausencia de un saneamiento o higiene adecuados. Anualmente se calcula en 3 millones la cantidad de seres humanos que fallecen debido a esas causas. Se prevé que a final de esta década la demanda de agua superará en un 40 por ciento a la oferta.

El pasado 22 de marzo en que se conmemoraba el Día Mundial del Agua, se inauguró en la sede de Nueva York la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua que, hasta el próximo día 24, será una oportunidad invaluable en la búsqueda de soluciones prácticas a la actual crisis hídrica y de saneamiento. Porque aunque en el 2015 el mundo se comprometió a trabajar para que, a más tardar en el 2030, todas las personas contaran con agua y saneamiento gestionados de manera efectiva y segura, faltando siete años para arribar a la fecha límite establecida se está muy lejos de cumplir con esa promesa.

En lo que a nuestro país concierne, durante las últimas semanas se han multiplicado las manifestaciones, con cierres de calles incluidas, en las cuales distintos grupos de ciudadanos expresan su malestar por la carencia del suministro. Que una comunidad no cuente con agua durante lapsos de tiempo que van desde un par de semanas hasta algunos meses, sólo puede significar una cosa: que los responsables de la entidad correspondiente son unos perfectos incompetentes a los que el puesto les quedó demasiado grande.

El descontento relacionado a este deficiente suministro de agua no cesará: por el contrario, no hará sino crecer aún más. Y mientras siga reinando tan notoria incompetencia y la falta de respuestas, la crisis local del agua será la mecha que puede extender el descontento a lo largo del país… ¡nuevamente!

Comparte esta Noticia
Escribir Comentario