La nueva embajadora de los Estados Unidos en Panamá fue clara sobre los temas medulares que contempla en su gestión: la lucha contra la corrupción, la migración irregular y animar a los empresarios de su país para que vengan a invertir al istmo.
Pero, fue tajante en uno de los temas apuntados: señaló la importancia de un clima transparente y libre de coimas para atraer a los inversionistas estadounidenses, en un escenario donde no estén en riesgo de chocar contra la ley anticorrupción de su país de origen. No ocultó que este fortalecimiento de las relaciones entre ambas naciones busca reducirle el espacio a los competidores comerciales que tienen presencia en Panamá, causando algunas preocupaciones en la administración de gobierno del coloso norteño; sobre todo China, que figura en el centro de estas inquietudes.
“Es bien importante que la corrupción se combata de una forma que no socave la democracia, que no debilite las instituciones gubernamentales para que estas puedan crecer y seguir funcionando eficientemente”, expresó. Y, para asegurarse que el mensaje alcanzara el blanco, agregó que “combatir la corrupción en la región es una de las prioridades de la administración del presidente Joe Biden y de mi misión en Panamá”.
Más claro que eso, ni el agua de tinaja.